Emisaria De La Diosa Del Mal 2

Lo Que Quiero

El detective me interroga, cuestiona sobre mi coartada, donde estuve el último mes ¿por qué pasaría esto?  Entre otras cosas.

La mayoría de preguntas son tan molestas, pero no me niego en absoluto, decido cooperar tranquilamente mientras pienso en que pudo haber pasado, ¿cómo terminaron las cosas así?

—Los últimos dos meses estuve en una isla desierta, puedes ver el GPS de mi teléfono —le muestro, en este momento mi prioridad es averiguar lo que paso, de modo que casi no me importa haber mostrado el estúpido fondo de pantalla que dejó Rose en él... Ahora que lo pienso, sí me veía algo tierna... Demasiado para mi gusto.

Por suerte para mí, mi teléfono muestra mi ubicación de los últimos meses, pero tengo cuidado de no mostrar al menos la de ayer.

—Entiendo, tendré que llevarme ese teléfono para investigar.

—Me niego —respondo; así como me negué antes a ser llevada a una sala de interrogatorio, me reuso a entregar mi teléfono.

—Es evidencia —alega él.

—No es evidencia de nada, mi ubicación durante los últimos meses y mi teléfono no tienen que ver con lo que pasó ahora.

Él suspira.

—Bien... En este momento mi última intención es antagonizarte —él continúa con las preguntas tratando de cambiar su estrategia; es curioso, pero tal como dijo, solo hace su trabajo, es bastante profesional y no recibo los típicos ataques directos o indirectos que los héroes normalmente me harían.

Damage, por otro lado, escucha el interrogatorio mientras camina en círculos por la habitación, como león enjaulado; no dice nada, solo se mantiene inquieto. Aún no puedo ver sus estadísticas...

Big B por otro lado...

[Nombre: Walter Wolf
Pseudonimo: The Big Bad Wolf.

Hp:200/???
Mp:00
St:160/???]

El sujeto parece tener estadísticas ocultas, es más peligroso de lo que aparenta, al menos si cometo un crimen, pero todo lo que he hecho hasta ahora es reportar uno.

El interrogatorio termina.

Big B. Se levanta e instruye a Damage para tomar la caja y empezar la retirada.

—Sé que hemos tenido roces, pero te daré un consejo —habla el detective ya junto al elevador—. Tómate el día, olvídate de cualquiera que sea el trabajo que hagas aquí y descansa, túmbate sobre el sillón, ve una película, trata de relajarte...

—Me relajaré cuando hagan su trabajo, o en su defecto, cuando tenga que hacerlo yo.

El elevador se abre, él asiente y ambos se retiran.

Yo me quedo sola, camino de un lado a otro, empiezo a entrar en desesperación, a inundarme de ansiedad, a revolver mi cabello con mis manos mientras me levanto de mi escritorio para mirar hacia la ciudad; no puedo contenerme más y grito, soltando un fuerte golpe hacia la ventana, rompiendola.

¡Nada, no puedo tener nada!

¡Nada que me haga feliz!

¡Nada bueno!

Si no está bajo mi control, ¡todo me será quitado!

¡Me descuido un momento y todo desaparece! Todo se va, deja de existir; cualquier tipo de cariño, de cercanía, de calor me es arrebatado, ya no puedo, ¡ya no puedo!

Grito de nuevo, tomo la silla de mi escritorio y la golpeo contra el piso, luego la arrojo por la ventana, pero este tipo de violencia no calma mi ira.