El Héroe Fracasado

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Un héroe fracasado, así me llaman, o al menos así me llamo, pues casi nadie me conoce. Un simple y común héroe que intenta ayudar a las personas cuando estas lo requieren.

La lucha con maleantes, los moretones, todo es pan de cada día; me esfuerzo por hacer el bien en mis tiempos libres, porque claro, nunca podré llamarme un super héroe. Honestamente, sería más sencillo si pudiera. Después de la reforma Mesías, los héroes verdaderos, los super héroes, reciben un sueldo e incluso una base donde vivir si así lo desean.

No se preocupan por cosas como el trabajo de oficina.

A veces los envidio; sobre todo en situaciones como esta, donde tres sujetos con navajas me atacan a la vez y mi única arma es un duro bate de titanio. Valió todo mi sueldo.

Retrocedí hábilmente mientras lanzaba golpes medidos.

El primero cayó con el brazo roto.

De verdad que esto sería más fácil siendo un super héroe, pero no puedo llamarme a mí mismo así...

Los enfadados sujetos avanzan hacia mí.

—Suficiente, es momento de quitar la influencia de la gravedad sobre ustedes para que vuelen sin salvación al espacio —con esa amenaza, golpeo mi bate en el suelo, provocando un amenazador estruendo y los sujetos palideciendo, corren a sujetarse del gran basurero que adorna el sucio callejón.

No querían perder el suelo.

Me burlé.

—Era una broma —como dije, no puedo llamarme a mí mismo super héroe; con un movimiento ascendente, golpeo al más cercano en la barbilla y con el mango de mi bate, rompo la nariz del segundo.

Después de todo, no tengo poderes, sólo mi astucia. Tampoco es como si tuviera dinero para hacerme un cinturón de artefactos, una armadura de payaso o una mierda de esas.

Soy sólo un simple asalariado que quiere hacer de este un mundo mejor, que quiere salvar a la gente común de la que los verdaderos héroes a menudo se olvidan.

Por eso he de decir que soy un fracaso. Yo sólo no puedo cuidar cada barrio y aún ahora, luego de haber acabado con varios tipos, sigo teniendo miedo mientras me escabullo por la parte de atrás al pequeño departamento objetivo.

Pueden culparme si quieren y decir que los héroes no tienen miedo, pero la realidad es que soy un humano corriente y común tratando de llenar los huecos por los que esos héroes no pasan.

Entro y escucho un disparo y un dolor punsante en mi pecho me hace caer. Una mujer con un arma se acerca a mí dispuesta a darme el tiro de gracia, pero aún sujetando mi bate, le aplasto la mano contra el humbral de la puerta, haciendo que tire su arma.

Con una patada en la rodilla, es derribada y la remato con un golpe medido en la sien una vez me levanto.

No quería matarla por accidente, así que sólo la atonté para luego revisar mi pecho.

Algunos me llamarían abusivo por esto; es verdad que cometí un crimen, pero robar algunas placas de auto y apilarlas bajo mi abrigo antes de venir, fue una buena idea. Ojalá tuviera para un chaleco anti balas...

Como dije, no tengo poderes, no soy un super héroe, pero en definitiva, soy un cabron muy listo.

Pongo las placas de nuevo en mi pecho y cierro mi abrigo antes de avanzar.

Mi objetivo estaba en la habitación del fondo.

Al entrar, me encuentro con un cuarto de tres metros cuadrados repleto de máquinas de coser y personas demacradas, sucias y cansadas. Deben haber pasado semanas aquí. El ser humano es realmente resistente.

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora