Después de almorzar la tarde del viernes, tuvieron la clase que Amelia llevaba esperando toda la semana. Lo que más ilusión le hacía era la clase de vuelo. No le resultó difícil pues Dora le había enseñado y no se le daba del todo mal. Pero el pobre Neville... Se fracturó la muñeca al caer de la escoba, prácticamente nada más empezar. La señora Hooch tuvo que llevarlo a la enfermería y les pidió al resto que esperaran sin usar las escobas.
Casi antes de que pudieran marcharse, Malfoy ya se estaba riendo a carcajadas.
—¿Han visto la cara de ese gran zoquete?
Los otros Slytherins soltaron una carcajada.
—¡Cierra la boca, Malfoy! —dijo Amelia en tono cortante.
—Oh, ¿estás enamorada de Longbottom? —dijo Pansy Parkinson, una chica de Slytherin de rostro duro. Nunca pensé que te podían gustar los gorditos llorones, Black.
Amelia solo rodó los ojos y le mostró su mejor gesto de desagrado.
—¡Miren! —dijo Malfoy, agachándose y recogiendo algo de la hierba—. Es esa cosa estúpida que le mandó la abuela a Longbottom.
Era la Recordadora de Neville, un regalo de su abuela.
—Trae eso aquí, Malfoy —dijo Harry con calma. Todos dejaron de hablar para observarlos.
Malfoy sonrió con malignidad.
—Creo que voy a dejarla en algún sitio para que Longbottom la busque... ¿Qué les parece... en la copa de un árbol?
—¡Tráela aquí! —rugió Harry, pero Malfoy había subido a su escoba y se alejaba.
—¡Ven a buscarla, Potter!
Harry cogió su escoba y Amelia estuvo por hacer lo mismo con la suya hasta que Hermione se la arrebató de las manos.
—¡No! —gritó la castaña—. La señora Hooch dijo que no nos moviéramos. Nos van a meter en un lío.
Harry no le hizo caso. Estaba notablemente molesto. Se montó en su escoba, pegó una fuerte patada y subió. Empezó a perseguir a Draco y se lanzó sobre él como una jabalina. Malfoy pudo apartarse justo a tiempo, Harry dio la vuelta y mantuvo firme la escoba. Era realmente bueno para no haberse subido nunca a una.
Al final el primo de Amelia tiró la bola de cristal. Harry la atrapó a pocos metros del suelo. Fue impresionante el modo en que se lanzó hacia ella sin dudarlo.
—¡HARRY POTTER!
Todos se volvieron para ver a la profesora McGonagall, que corría hacia ellos. Harry se puso de pie, temblando.
—Nunca... en todo mis años en Hogwarts...— Estaba notablemente furiosa—¿Cómo te has atrevido...? Has podido romperte el cuello...
—No fue culpa de él, profesora...—intentó explicar Amelia.
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El secreto de Amelia Black
Fiksi PenggemarAmelia Black ha vivido toda su vida sabiendo que era diferente. Nunca supo el porqué ni el cómo pero sabía que era distinta. Lo que nunca pudo imaginar fue lo que era. Una escuela de magia y hechicería, magos, varitas y escobas. Todo parece encaj...