Capítulo 11.

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Tom Riddle

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Tom Riddle. En algún momento Amelia había creído poder confiar en ese estúpido diario pero ahora estaba furiosa y aterrada con los secretos que este guardaba. Él sabía quién había sido el heredero de Slytherin hace 50 años y por lo tanto quién podía ser ahora y aun así se lo callaba, sin importar las muertes que esto pudiera provocar.

Las manos de Amelia temblaban con nerviosismo y podía sentir cómo las ventanas empezaban a temblar. Durante las últimas semanas esas muestras de su poder se habían hecho frecuentes. El miedo le provocaba cierto descontrol y eso le aterraba, empeorando aun más las cosas. Necesitaba acabar con eso. Necesitaba respuestas.

—¿Black?

Amelia se sobresaltó y comenzó a secarse rápidamente las lágrimas que aun caían por sus mejillas.

—¿D-Draco?—preguntó al alzar la vista y verlo parado frente a ella—. ¿Q-qué haces aquí?

—Te vi salir corriendo y vine a buscarte—dijo como si fuera obvio y pretendiendo parecer enfadado—. No sé qué demonios te pasa últimamente pero he visto que ya no pasas tiempo con esos traidores a la... Con tus amigos.

—¿Y qué? ¿Vienes a restregarme que tenías razón? ¿Que no encajo en Gryffindor y que debería estar con las serpientes?

—Suena tentador, la verdad—dijo con una sonrisa de lado—. Pero yo... Solo quería comprobar si estabas bien—admitió sin mirarla, notablemente avergonzado.

Amelia no pudo esconder una sonrisa de agradecimiento.

—Siento lo del otro día en el campo de Quidditch—admitió la niña.

—Yo también lo siento—dijo sentándose a su lado.

La niña lo miró con incredulidad.

—¿Hablas en serio?—le preguntó.

—No.

Ambos se rieron.

—Está bien, ahora en serio. Aunque si alguien se entera lo negaré. Pero lo siento—admitió Draco—. Me pasé y me merecía todo lo que dijiste.

Se quedaron un rato en silencio.

—Entonces... —dijo Malfoy al cabo de un rato—, ¿vas a contarme qué te ocurre? Te ves enferma y llevas días sola por los pasillos, como un alma en pena.

Amelia sintió un nudo en la garganta. No quería... No podía contarle a Draco que ella estaba detrás de los ataques en la escuela. Ni a él ni a nadie. Por otro lado... Sentía que él lo entendería. No sabía por qué pero sentía como si fuera parte de su familia más cercana.

—Si te lo cuento...  Tienes que prometer no contárselo a nadie. Ni a tus amigotes esos ni a... Ni a tu padre. A nadie.

—E-está bien, supongo—dijo extrañado.

El secreto de Amelia BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora