Capítulo 24.

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—Si

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—Si... Sirius. Re... Remus.

La voz de Pettigrew, igual que él, era como de rata. Volvió a mirar a la puerta.

—Amigos, queridos amigos...

Sirius levantó el brazo de la varita, pero Lupin lo sujetó por la muñeca y le echó una mirada de advertencia. Entonces se volvió a Pettigrew con voz ligera y despreocupada.

—Acabamos de tener una pequeña charla, Peter, sobre lo que sucedió la noche en que murieron Lily y James. Quizás te hayas perdido alguno de los detalles más interesantes mientras chillabas en la cama.

—Remus —dijo Pettigrew con voz entrecortada, y Harry vio gotas de sudor en su pálido rostro—, no lo creerás, ¿verdad? Intentó matarme a mí...

—Eso es lo que hemos oído —dijo Lupin más fríamente—. Me gustaría aclarar contigo un par de puntos, Peter, si fueras tan...

—¡Ha venido porque otra vez quiere matarme! —chilló Pettigrew señalando a Sirius, y Amy vio que utilizaba el dedo corazón porque le faltaba el índice—. ¡Mató a Lily y a James, y ahora quiere matarme a mí...! ¡Tienes que protegerme, Remus!

—¡Eres un mentiroso! —dijo Amelia, que había visto en los recuerdos de su padre la verdad—. ¡Por tu culpa mi madre está muerta!

Black sujetó a su hija, previendo su intención de enfrentarse cara a cara al traidor. A su vez este parecía estar conteniéndose a si mismo, mientras miraba a Peter Pettigrew con sus ojos insondables, para no alzar la varita y lanzarle una maldición asesina.

—Nadie intentará matarte antes de que aclaremos algunos puntos —dijo Lupin.

—¿Aclarar puntos? —chilló Pettigrew, mirando una vez más a su alrededor, hacia las ventanas cegadas y hacia la única puerta—. ¡Sabía que me perseguiría! ¡Sabía que volvería a buscarme! ¡He temido este momento durante doce años!

—¿Sabías que Sirius se escaparía de Azkaban cuando nadie lo había conseguido hasta ahora? —preguntó Lupin, frunciendo el entrecejo.

—¡Tiene poderes oscuros con los que los demás sólo podemos soñar! — chilló Pettigrew con voz aguda—. ¿Cómo, si no, iba a salir de allí? Supongo que El Que No Debe Nombrarse le enseñó algunos trucos.

Black, que aún sujetaba a Amelia para que no se moviera, comenzó a sacudirse con una risa triste y horrible que llenó la habitación. Entonces la soltó y dio un paso hacia Pettigrew.

—¿Que Voldemort me enseñó trucos? —dijo y Peter Pettigrew retrocedió como si Black acabara de blandir un látigo en su dirección—. ¿Qué te ocurre? ¿Te asustas al oír el nombre de tu antiguo amo? —preguntó Black—. No te culpo, Peter. Sus secuaces no están muy contentos contigo, ¿verdad?

—No sé... qué quieres decir, Sirius —murmuró Pettigrew, respirando más aprisa aún. Todo su rostro brillaba de sudor.

—No te has estado ocultando durante doce años de mí —dijo Sirius paseándose por la habitación y jugueteando con su varita entre las manos, haciendo retroceder a Pettigrew cada vez que daba un paso hacia él—. Te has estado ocultando de los viejos seguidores de Voldemort. En Azkaban oí cosas. Todos piensan que si no estás muerto, deberías aclararles algunas dudas. Les he oído gritar en sueños todo tipo de cosas. Cosas como que el traidor les había traicionado. Voldemort acudió a mi casa, y a la de los Potter, por indicación tuya —dijo con odio—. Asesinó a Cass, a James y a Lily antes de conocer la derrota. ¡Creí que había matado a Amelia! —dio un golpe contra una vieja mesa que hizo saltar a Colagusano en su sitio—. Pero no todos los seguidores de Voldemort han terminado en Azkaban, ¿verdad? Aún quedan muchos libres, esperando su oportunidad, fingiendo arrepentimiento... Si supieran que sigues vivo...

El secreto de Amelia BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora