Capítulo 6.

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—¿Firmar fotos? ¿Te dedicas a firmar fotos, Potter? —Amelia oyó la voz de Draco desde el otro lado del patio—

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—¿Firmar fotos? ¿Te dedicas a firmar fotos, Potter? —Amelia oyó la voz de Draco desde el otro lado del patio—. ¡Todo el mundo a la cola! ¡Harry Potter firma fotos!

—Ya está otra vez—masculló Amelia caminado hacia sus amigos y su insoportable pariente.

No sabía cómo Malfoy podía ser tan irritante a veces. Ella quería pensar que en el fondo su primo no era tan malo pero este se lo ponía muy difícil.

—No es verdad —dijo Harry de mal humor, apretando los puños—. ¡Cállate, Malfoy!

—Lo que pasa es que le tienes envidia —dijo Colin Creevey, un niño de primero que al parecer admiraba excesivamente a Harry.

—¿Envidia? —dijo Malfoy, que había conseguido llamar la atención de todo el patio—. ¿De qué? ¿De tener una horrible cicatriz en la frente? No, gracias. ¿Desde cuándo uno es más importante por tener la cabeza rajada por una cicatriz?

—Draco, ya vasta—le dijo Amelia poniéndose delante del rubio.

Crabbe y Goyle se estaban riendo como los idiotas que eran pero enmudecieron con la mirada fulminante de Amelia.

—No necesito que me defiendas de tus amigos, Amelia—se quejó Harry.

—Oh, conque problemas en el paraíso, eh, Black—se burló su primo—. ¿Cara rajada se cree demasiado importante como para que sus amiguitos hablen conmigo?

Amelia no pudo reprimir una leve sonrisa. De algún modo sintió que Malfoy trataba de defenderla con ese comentario.

—Échate al retrete y tira de la cadena, Malfoy —dijo Ron con cara de malas pulgas.

—Weasley, ten cuidado —dijo Malfoy con un aire despectivo—. No te metas en problemas o vendrá tu mamá y te sacará del colegio. —Luego imitó un tono de voz chillón y amenazante—. «Si vuelves a hacer otra...»

Varios alumnos se rieron y quizás Amelia lo habría hecho, si Draco hubiera parado allí.

—A Weasley le gustaría que le firmaras una foto, Potter —sonrió Malfoy—. Pronto valdrá más que la casa entera de su familia.

Se había pasado. Draco se había vuelto a pasar y Amelia no iba a tolerarlo. La niña estuvo apunto de lanzarse sobre su primo pero Hermione la detuvo, agarrándola de un brazo.

—¡Cuidado!—susurró.

—¿Qué pasa aquí? ¿Qué es lo que pasa aquí? —Gilderoy Lockhart caminaba hacia ellos a grandes zancadas—. ¿Quién firma fotos?

Harry trató hablar, pero Lockhart lo interrumpió.

—¡No sé por qué lo he preguntado!—exclamó en tono jovial—. Vamos, señor Creevey. Una foto de los dos será mucho mejor. Y ambos la firmaremos.

Colin buscó la cámara y sacó la foto al mismo tiempo que la campana señalaba el inicio de las clases de la tarde.

—¡Adentro todos, venga, por ahí! —gritó Lockhart a los alumnos, y se adelantó hacia el castillo llevando de los hombros a Harry, que se veía bastante incomodo.

El secreto de Amelia BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora