A la mañana siguiente Amelia bajó a desayunar bastante animada. Estaba emocionada por inicio del nuevo curso, no había tenido ningún sueño desagradable y había descansado de maravilla. Nada podía perturbar su animo.
O eso creyó.
Cuando entró con Harry, Ron y Hermione en el Gran Comedor, lo primero que vio fue a Draco, que entretenía a un grupo de gente de Slytherin con una historia muy divertida. Al pasar por su lado, Malfoy hizo una parodia de desmayo imitando a Harry y fue coreado por una carcajada general.
—No le hagas caso —le dijo Hermione a Harry—. Tú, ni el menor caso. No merece la pena...
—¡Eh, Potter! —gritó Pansy Parkinson, una chica de Slytherin a la que Amelia detestaba—. ¡Potter! ¡Que vienen los dementores, Potter! ¡Uuuuuuuuuh!
—¡Cállate, Parkinson!—dijo Amelia de mala gana.
—¿O qué, Black? —se le enfrentó—. ¿Llamarás a tu padre?
Todos los alumnos cerca de ellos enmudecieron y fijaron su vista en las dos niñas. Amelia no supo cómo responder. No se esperaba algo como eso.
—¿Qué pasa Black? ¿Se te ha comido la lengua el gato? Creí que no había forma de hacerte callar.
—Parkinson... —dijo Draco en tono de advertencia pero no la niña no le hizo caso.
—Dime, ¿qué tal sienta ser la hija de un asesino? —continuó con tono hiriente—. ¿Es algo que se lleva en la sangre? ¿Deberíamos preocuparnos porque enloquezcas y empieces a matarnos a todos?
Amelia apenas fue consciente de lo que hacía, se lanzo sobre ella y le dio un puñetazo en la nariz. Su sangre hervía y sentía los ojos arder. Estuvo por asestarle un segundo puñetazo pero Harry y Ron corrieron a apartarla de Pansy, que se quejaba en el suelo.
Parkinson se levantó ante la atenta mirada de ahora ya todo el Gran Comedor.
—¿Qué está ocurriendo aquí?—oyeron exclamar a MgGonagall, que se acercaba a paso presuroso.
—¡Black me ha pegado! —la acusó la serpiente, con lágrimas en los ojos y las manos manchadas de la sangre de su nariz.— Es peligrosa, igual que su padre... Creo que me ha roto la nariz.
Amelia solo la observaba con odio, manteniendo su vista fija en ella y retorciéndose para que Harry y Ron la soltasen.
McGonagall le lanzó una mirada de consternación.
—Black, ven conmigo. Se te descontarán diez puntos para tu casa —dijo la profesora de transformaciones con el ceño fruncido ahora—. Y tú ve a la enfermería, Parkinson. El resto, terminen de desayunar y váyanse a clase. Potter, Weasley, pueden soltarla.
Los niños obedecieron.
Harry se dejó caer sobre un asiento de la mesa de Gryffindor; junto a George Weasley. Los gemelos acababan de llegar por lo que no habían presenciado la escena.
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El secreto de Amelia Black
Fiksi PenggemarAmelia Black ha vivido toda su vida sabiendo que era diferente. Nunca supo el porqué ni el cómo pero sabía que era distinta. Lo que nunca pudo imaginar fue lo que era. Una escuela de magia y hechicería, magos, varitas y escobas. Todo parece encaj...