Capítulo 15.

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Amelia llevaba semanas sin poder dormir, dándole vueltas y vueltas en la cabeza al terrible hecho de que Harry se había hecho con el diario de Tom Riddle

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Amelia llevaba semanas sin poder dormir, dándole vueltas y vueltas en la cabeza al terrible hecho de que Harry se había hecho con el diario de Tom Riddle. Tenía que recuperarlo. Los ataques habían parado, si, pero no podía soportar al idea de que volvieran y esta vez fuera su amigo el responsable. No podía permitir que Riddle manipulase así a Harry.

Siempre se debatía entre si debía contarles a sus amigos la verdad o no pero siempre llegaba a la misma conclusión. Lo mejor que podía hacer era robar el diario, deshacerse definitivamente de él y olvidar la historia. Harry, Ron y Hermione ya la odiaban lo suficiente. Si se enteraban de que los ataques habían sido en gran parte por su culpa jamás la perdonarían. No quería robarle a Harry pero era la única opción. Ella lo sabía y su primo también.

—Sabes que si pudiera lo haría yo mismo—dijo Draco, mientras caminaba por los pasillos—. Pero no puedo colarme en las sala común de Griffyndor así como así. Lo mejor es que lo hagas tú. Cuanto antes.

—Lo sé, lo sé. Ya lo hemos pospuesto demasiado y en cualquier momento podrían empezar de nuevo los ataques.

—No sé ni para qué te ayudo—se quejó el niño—. Esto ya no te afecta a ti. Deberías dejarlo pasar. No es problema tuyo.

Amelia lo fulminó con la mirada.

—Sé que no tenemos la misma opinión respecto a la pureza de la sangre pero algo muy diferente a que te gusten más o menos determinado tipo de personas es el asesinato. No podemos dejar que gente muera.

—Si que podemos.

—Pero no lo haremos—aseguró la niña—. Si no quieres ayudarme está bien, lo respeto. Pero no impedirás que yo intervenga.

El rubio la miró con resignación, soltando un suspiro.

—Sabes que lo haré si me lo pides—. Amelia sonrió emocionada—. Aunque mi padre va a matarme si se entera.

—No se enterará.

—Está bien, pero será esta noche—aseguró el niño—. Gryffindor tiene entrenamiento y puedo entretener a Potter un poco más si hace falta. Nos reuniremos en la torre de astronomía después y decidiremos qué hacer con él entonces, ¿está bien?

Amelia asintió, sentía el estómago revuelto y los nervios de punta. Estaba deseando acabar con todo eso cuanto antes.


Harry subía las escaleras, derecho a la sala común de Gryffindor. Pensaba irse a dormir nada más llegara. Estaba agotado tras un largo entrenamiento. A Gryffindor le tocaba jugar el siguiente partido de Quidditch contra Hufflepuff y Wood los machacaba con entrenamientos en equipo cada noche después de cenar, de forma que Harry no tenía tiempo para nada más que para el Quidditch y para hacer los deberes. Pero a pesar de todo el cansancio Harry estaba animado y convencido de que tenían muchas opciones de ganar. Lo único que perturbaba sus ánimos era Malfoy, al que siempre veía con Amelia por los pasillos y que parecía estar empeñado en amargarle cualquier momento de tranquilidad. Se lo había encontrado al terminar el entrenamiento y había estado metiéndose con él, para variar.

El secreto de Amelia BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora