Los días pasaron rápidamente y cuando Harry quiso darse cuenta era ya la noche precedente a la segunda prueba. Había pasado los últimos días tratando de encontrar un encantamiento que lo ayudase a permanecer una hora bajo el agua sin morir en el intento. Además, aunque por algún milagro lograra hallar el hechizo adecuado, le sería muy difícil aprendérselo durante la noche.
Él, Ron, Amelia y Hermione estaban en la biblioteca a la puesta del sol, pasando febrilmente página tras página de encantamientos, ocultos unos de otros por enormes pilas de libros amontonados en la mesa.
—Creo que es imposible —declaró la voz de Ron desde el otro lado de la mesa—. No hay nada. Nada. Lo que más se aproxima a lo que necesitamos es este encantamiento desecador para drenar charcos y estanques, pero no es ni mucho menos lo bastante potente para desecar el lago.
—Tiene que haber alguna manera —murmuró Hermione, acercándose una vela. Tenía los ojos tan fatigados que escudriñaba la diminuta letra de "Encantamientos y embrujos antiguos caldos en el olvido" con la nariz a tres dedos de distancia de la página—. Nunca habrían puesto una prueba que no se pudiera realizar.
—Ahora lo han hecho —replicó Ron—. Harry, lo que tienes que hacer mañana es bajar al lago, meter la cabeza dentro, gritarles a las sirenas que te devuelvan lo que sea que te hayan mangado y ver si te hacen caso. Es tu opción más segura.
—¡Hay una manera de hacerlo! —insistió Hermione enfadada—. ¡Tiene que haberla!
Parecía tomarse como una afrenta personal la falta de información útil que había sobre el tema en la biblioteca. Nunca le había fallado.
Harry se volvió hacia Amelia, sorprendido de que no hubiera soltado ningún comentario enfurruñada por lo cansada que estaba y cuanto deseaba irse a la cama. En cambio, la niña se había quedado dormida sobre el libro, y no parecía que fuera a despertarse fácilmente.
—Ya sé lo que tendría que haber hecho —dijo Harry, dejando descansar la cabeza en el libro Trucos ingeniosos para casos peliagudos—. Tendría que haber aprendido a hacerme animago como Sirius.
—¡Claro, así podrías convertirte en carpa cuando quisieras! —corroboró Ron.
—O en una rana —añadió Harry con un bostezo. Estaba exhausto.
—Lleva unos cuantos años convertirse en animago, y después hay que registrarse y todo eso —dijo Hermione vagamente, echándole un vistazo al índice de un libro—. La profesora McGonagall nos lo dijo, ¿recuerdan? Hay que registrarse en el Departamento Contra el Uso Indebido de la Magia, y decir en qué animal se convierte uno y con qué marcas, de qué color... para que no se pueda hacer mal uso de ello.
—Estaba hablando en broma, Hermione —le aclaró Harry cansinamente—. Ya sé que no me puedo convertir en rana mañana por la mañana.
—¡Ah, esto no sirve de nada! —se quejó Hermione cerrando de un golpe los Problemas mágicos extraordinarios—. Pero ¡quién demonios va a querer hacerse tirabuzones en los pelos de la nariz!
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El secreto de Amelia Black
FanfictionAmelia Black ha vivido toda su vida sabiendo que era diferente. Nunca supo el porqué ni el cómo pero sabía que era distinta. Lo que nunca pudo imaginar fue lo que era. Una escuela de magia y hechicería, magos, varitas y escobas. Todo parece encaj...