Capítulo 16.

3.1K 375 75
                                    

Amelia se quedó helada ante esas palabras

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Amelia se quedó helada ante esas palabras. No tuvo tiempo de huir. Quirrell abrió la puerta y la arrastro hasta la clase. Cerró con un conjuro.

—Vaya, vaya... Así que la pequeña merodeadora me ha descubierto.

—¡Lo sabía!—gritó la niña—. Trata de ayudar a Voldemort. Usted... Trató de matar a Harry en el partido. Lo distraje cuando chocamos y no pudo evitarlo. Snape trataba de contrarrestar su hechizo y por eso en el siguiente juego quiso ser el árbitro.

Quirrell sonrió y habló con tranquilidad, sin rastro de ningún tartamudeo.

—Muy lista, Amelia. Siempre pensé que podías ser la única en averiguarlo. Demasiado suspicaz para mi gusto.

—Y... Usted trató de robar la piedra en Halloween, dejó entrar al Troll para distraerlos a todos pero Snape lo detuvo.

—Exactamente—asintió—. Pero déjame preguntarte, ¿cómo lo dedujiste?

—Dumbledore confía en Snape. No es tan estúpido como para confiar en cualquiera. Aparte de él... Usted siempre estaba allí. En el partido, siendo "intimidado" por Snape. Él trataba de que confesara. Y quién iba a desconfiar del pobre profesor tartamudo y asustadizo, ¿verdad?

—Tu intelecto me sorprende, Amelia. A mi maestro le encantaría tener a alguien como tú de su lado. Con tu capacidad, tus habilidades, tu inteligencia, tu valor... Tu poder.

Amelia se quedó helada. Con lentitud llevó la mano al bolsillo donde guardaba su varita.

—Ni siquiera lo intentes, Amelia—con un rápido movimiento de su varita hizo que la niña se quedara paralizada en su sitio—. Te estoy haciendo una oferta insuperable. Te estoy ofreciendo poder, poder de verdad. Aquí solo te obligarán a guardártelo, a mantenerlo en secreto. Pero puedes usar todo el potencial que tienes si sirves a...

—Tendrás que matarme primero—escupió con desprecio—. Jamás serviré a ese monstruo y aún menos después de todo lo que provocó a mi familia.

—Cállala—dijo una voz, que Amelia no pudo distinguir de dónde venía.

Quirrel entonces levantó su varita y, con una sonrisa pérfida, la apuntó hacia la niña.

—¡Crucio!

Amelia soltó un grito desgarrador. Sintió un dolor intenso, como si millones de cuchillos ardientes se le clavaran en cada parte de su cuerpo, y la cabeza le fuera a estallar de dolor.

—Así quizás te replantees tu respuesta—oyó casi a lo lejos.

Un momento después oyó conjurarse el encantamiento aturdidor y todo se volvió aún más confuso. Amelia solo pudo sentir alivio. Al menos desmayada no sentiría dolor.

Hermione entró corriendo en la Sala Común. Amelia se había ido y supuso que se encontraría y allí. Pero solo estaban Harry y Ron, a los que habían pillado en el tercer piso.

El secreto de Amelia BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora