El señor Weasley los despertó cuando llevaban sólo unas pocas horas durmiendo. Usó la magia para desmontar las tiendas, y dejaron el camping tan rápidamente como pudieron.
Con la luz del alba, hacia La Madriguera, hablando muy poco porque estaban cansados y no pensaban más que en el desayuno. Amelia, por su parte, entre bostezo y bostezo luchaba por no caerse del sueño. Llevaba ya dos noche sin dormir apenas. Cuando doblaron el recodo del camino y La Madriguera apareció a la vista, les llegó por el húmedo camino el eco de una persona que gritaba:
—¡Gracias a Dios, gracias a Dios!
La señora Weasley, que evidentemente los había estado aguardando en el jardín delantero, corrió hacia ellos, todavía calzada con las zapatillas que se ponía para salir de la cama, la cara pálida y tensa y un ejemplar estrujado de El Profeta en la mano.
—¡Arthur, qué preocupada me han tenido, qué preocupada!
Le echó a su marido los brazos al cuello, y El Profeta se le cayó de la mano. Al mirarlo en el suelo, Amelia distinguió el titular "Escenas de terror en los Mundiales de quidditch", acompañado de una centelleante fotografía en blanco y negro que mostraba la Marca Tenebrosa sobre las copas de los árboles.
—Están todos bien —murmuraba la señora Weasley como ida, soltando al señor Weasley y mirándolos con los ojos enrojecidos—. Están vivos, niños...
Cogió a Fred y George y los abrazó con tanta fuerza que sus cabezas chocaron.
—¡Ay!, mamá... nos estás ahogando...
—¡Pensar que los regañé antes de que se fueran! —dijo la señora Weasley, comenzando a sollozar—. ¡No he pensado en otra cosa! Que si los atrapaba Quien-ustedes-saben, lo último que yo les habría dicho era que no habían tenido bastantes TIMOS. Ay, Fred... George...
—Vamos, Molly, ya ves que estamos todos bien —le dijo el señor Weasley en tono tranquilizador, arrancándola de los gemelos y llevándola hacia la casa.
—¿Pero qué hace Amelia aquí? —dijo al percatarse de la presencia de la niña y se volvió para mirarla—. ¿Les ha ocurrido algo a...?
—Tranquila, Molly —la calmó su marido antes de que pudiera asustarse—. Amelia fue con los Malfoy a ver los mundiales y, viendo la situación, pensé que lo mejor sería que volviera con nosotros. He enviado un mensaje a los Tonks para avisarles.
—¡Andrómeda debe estar hecha una marea de nervios, igual que yo! —dijo aún alterada—. ¡Podía haber ocurrido algo terrible! ¡Terrible!
—Será mejor que entremos —dijo el señor Weasley guiándola adentro.
Una vez que hubieron entrado todos en la pequeña cocina y que Hermione hubo preparado una taza de té muy fuerte para la señora Weasley, en el que su marido insistió en echar unas gotas de whisky envejecido de Ogden, Bill le entregó el periódico a su padre. Éste echó un vistazo a la primera página mientras Percy atisbaba por encima de su hombro.
ESTÁS LEYENDO
El secreto de Amelia Black
Fiksi PenggemarAmelia Black ha vivido toda su vida sabiendo que era diferente. Nunca supo el porqué ni el cómo pero sabía que era distinta. Lo que nunca pudo imaginar fue lo que era. Una escuela de magia y hechicería, magos, varitas y escobas. Todo parece encaj...