Capítulo 15

2.6K 239 21
                                    

Amelia se sentó junto al fuego de la chimenea y se dedicó a observarlo, sumiéndose rápidamente en sus pensamientos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Amelia se sentó junto al fuego de la chimenea y se dedicó a observarlo, sumiéndose rápidamente en sus pensamientos. Los nervios, la emoción y la preocupación mezclándose en su estómago como si tuviera una montaña rusa por dentro.

Por fin después de tantos meses vería a su padre, por fin podría hablar con él. Pero al mismo tiempo que se sentía contenta estaba aterrorizada porque alguien pudiera descubrirlo. Aún no sabía cómo había conseguido Hermione echar a todo el mundo de la Sala Común pero, ¿y si alguien bajaba? ¿Y si lo descubrían? De solo pensarlo se le ponían los pelos de punta.

Se frotó las manos contra el fuego. Harry aún no había llegado. Cuando habían vuelto de Hogsmeade le había explicado que Hagrid le había pedido que fuera a verlo. Solo esperaba que llegase pronto.

En cuando el reloj marcó la hora acordada Amelia vio, para su sorpresa, como la cabeza de su padre aparecía ante las llamas de la chimenea. Si no fuera porque las veces en que Remus avisaba por ese medio de que llegaría tarde a cenar a casa de los Tonks, a la niña le habría dado un soponcio.

—¡Papá! —exclamó emocionada en un susurro. Le tranquilizó ver que su aspecto había mejorado tras la ultima vez en que se habían visto. Parecía mucho más sano y nutrido—. ¿Cómo has...? ¿Dónde has encontrado una chimenea que...?

—He entrado en una casa a hurtadillas —explicó rápidamente y como si se tratase de algo que se hace todos los días con normalidad—. Pero eso no es lo importante, ¿dónde esta Harry?

—Llegará enseguida —aseguró la niña, que solo esperaba que así fuera—. Hagrid tenía que hablar con él sobre algo pero no se perdería venir.

—¿Y tú como te encuentras?

Amelia fingió una sonrisa.

—Perfectamente bien.

La cabeza de Sirius hizo una mueca de poco convencimiento.

—¿Te he dicho que te pareces mucho a tu madre? —preguntó con perspicacia—. Como ella, eres buena mintiendo, cariño, pero si hay algo que se me daba bien a mi era saber cuándo lo hacía.

Amelia desvió la mirada.

—Es sobre esas pesadillas de las que me hablaste, ¿verdad?

La niña contuvo las lágrimas.

—E-está lleno a peor —confesó por fin—. L-la otra noche me desperté en el Bosque Prohibido. E-en un estanque.

Sirius la miró horrorizado.

—¡Por Merlín, Amelia! ¿No has hablado con Dumbledore de esto?

—No está. Se ha marchado y yo tengo miedo de volver a dormir —se lamentó entre lágrimas pero rápidamente las secó con el dorso de sus manos—. Pero volverá en unos días, hablaré con él, no te preocupes.

El secreto de Amelia BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora