Amelia Black ha vivido toda su vida sabiendo que era diferente. Nunca supo el porqué ni el cómo pero sabía que era distinta. Lo que nunca pudo imaginar fue lo que era.
Una escuela de magia y hechicería, magos, varitas y escobas. Todo parece encaj...
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—Siempre podemos llevarte nosotros, Amy... Si hablo con tu tío Ted... Seguro que puede hacer algo y conseguir entradas —dijo tía Andrómeda observando la carta que su hermana le había enviado a su sobrina.
Narcissa había enviado esa semana una carta a Amelia en nombre de todos los Malfoy, invitándola a ir a ver los mundiales de Quidditch con ellos. Amelia sabía que la carta llegaría, Draco la había invitado antes de las vacaciones. El problema estaba en que su tía no se dejaría convencer fácilmente y ahí estaba la prueba.
La niña bajó la vista.
—N-no pasa nada —hizo un intento de sonrisa—. De todos modos no me agrada esa familia.
Y claro que no le agradaban. Al menos no Lucius Malfoy. Suponía que su tía Narcissa sería igual. Pero conocía a Draco. Y sabía que su actitud se debía al respeto y el miedo que le influía su padre. En el fondo era bueno pues con ella lo había sido en incontables ocasiones.
Aún así Amelia no tuvo más remedio que olvidarse del tema. Ni Andromeda ni el resto de los Tonks lo entenderían, no después de cómo los habían tratado. Amelia sabía que estaban en su derecho a querer mantener las distancias. No podía defender a los Malfoy y aún menos el hecho de querer pasar las vacaciones con ellos.
Subió a su habitación, donde Hawk revoloteaba deseando salir.
—Ya, ya —dijo haciéndole un gesto para que se detuviera y se acercó a abrir la ventana—. Mira que eres pesado.
Hawk no le hizo el más mínimo caso y, con un gesto de indignación, se fue volando.
—Ojalá yo también pudiera ir a donde quisiera —suspiró la niña y se lanzó sobre su cama.
Se mantuvo allí quieta, observando el cielo infinito de su techo y el calor del verano y la brisa que se colaba por su ventana terminaron provocando que se quedase dormida.
—El Señor de las Tinieblas se ha reunido con su vasallo —dijo una voz fría y muerta en la oscuridad—. El Señor de las Tinieblas se alzará de nuevo y será aún más fuerte que nunca. El poder se absorbe y la discordia renacerá del lado de la oscuridad cuando la luna sangre y el hechizo se rompa. Entonces Eris brillará más fuerte que nunca. Un alma se perderá y deberá ser encontrada o el mundo arderá en el Caos cuando llegue la traición.
Amelia se incorporó a toda velocidad, con la respiración desbocada y el corazón en un puño. ¿Había tenido otra pesadilla? No había dejado de tenerlas desde que las vacaciones habían comenzado. El problema estaba en que nunca recordaba lo que había soñado y eso era algo que le preocupaba. Se levantó con el sabor amargo en la boca de quien acaba de vivir una mala experiencia y se dirigió al cuarto de baño para echarse agua en la cara. Se miró en el espejo. Se había puesto pálida, más de lo normal. Definitivamente no había sido un sueño agradable.
