Capítulo 15.

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Amelia despertó al otro día en la enfermería

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Amelia despertó al otro día en la enfermería. La señora Pomfrey la obligó a tomarse un té asqueroso, que dijo que le vendría bien. Nadie supo decirle qué le había ocurrido. La única explicación que le encontró la enfermera al repentino desmayo de Amelia fue el cansancio de los últimos días. Pero la niña sabía que había más. Solo que no podía ir diciendo por ahí que se debía, de algún modo, a sus poderes. Cuando esa figura encapuchada los había mirado Amelia había tenido una extraña sensación en el pecho, pero al tocar a Harry su mente se vio nublada por el dolor.

La niña se sentó en la cama y dio un suspiro. No se sentía mal pero la señora Pomfrey le había prohibido marcharse a su cuarto o a clase. Decía que debía hacer reposo. Y, si al menos la hubiera dejado irse a su cuarto, podría haber buscado alguna distracción, pero la enfermería era casi tan aburrida como la clase de Historia con el profesor Binns.

Después de las clases sus amigos fueron a verla. Hermione le llevó los deberes y Harry y Ron cogieron unas galletas del Gran Comedor para compartir.

—Amy, ¿estás bien?—preguntó Hermione en cuanto la vio—. Pensamos que solo había sido un desmayo pero no estuviste en clase. Nos tenías preocupados, sobre todo a Harry que no dejaba de...

—¡Te hemos traído galletas!—interrumpió el niño de ojos esmeralda, notablemente avergonzado.

Amelia no pudo reprimir una sonrisa.

—Gracias. Pero no te preocupes Harry, estoy perfectamente. Al parecer solo fue el cansancio. Es solo que Poppy no quería arriesgarse y me ha obligado a descansa—hizo una mueca de disgusto—. Pero explícame. ¿Qué ocurrió después de que me desmayara? Esa cosa...

—¡Weasley, estás llenando todo de migas!—lo regañó la enfermera apareciendo de la nada y dándoles un susto a los niños—. ¡Venga, fuera los tres! Los dejé entrar para entregarle los deberes no para quedarse de cháchara. Su amiga necesita reposo...

Amelia enseguida trató de protestar.

—¡Pero ellos solo...!

—Nada de peros. ¡Vamos, vamos...!

Los estaba echando pero antes de que les cerrara la puerta en las narices Hermione consiguió que le hiciera caso.

—Espere, por favor. Verá...—le susurró algo al oído que ninguno de los niños pudo escuchar.

El gesto de la señora Pomfrey pasó entonces de severidad a... ¿dulzura?

—Oh, está bien. Supongo que no ocurrirá nada si uno se queda unos minutos. Pero dense prisa, por favor.

Hermione entonces, con una sonrisa triunfal, empujó a Harry para que volviera a entrar y se fue con Ron. Amelia no entendió nada, solo pensó que Hermione le daba mucho miedo.

Harry no podía sentarse. Se paseaba de un lado al otro, con los nervios a cien. Le explicaba a Amelia lo que había ocurrido al noche anterior, después de que ella se desmayara.

El secreto de Amelia BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora