Capítulo 24

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Era lunes por la mañana y las cosas habían seguido su curso con relativa normalidad hasta entonces

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Era lunes por la mañana y las cosas habían seguido su curso con relativa normalidad hasta entonces. Relativa normalidad para el grupo de amigos, claro. Estaba el hecho de que Harry seguía siendo el campeón más joven de la historia del Torneo de los Tres Magos y que por tanto debía poner en riesgo su vida, aún en una tercera prueba. Ese mismo fin de semana le habían revelado que esta consistiría en adentrarse en un laberinto y encontrar la Copa de los Tres Magos. Quien se hiciera con ella primero, sería el ganador.

Sonaba sencillo, mucho más que las anteriores. Sin embargo, todos estaban de acuerdo con que no debería confiarse. Era la última, sería sin duda la más complicada.

Pero lo inquietante, lo que preocupaba realmente a los cuatro amigos y había roto esa relativa normalidad, era Crouch. Nada más volver al castillo tras su reunión con el resto de campeones, Harry y Krum se habían cruzado con el señor Crouch con la cabeza medio ida, desvariando, hablando de advertirles sobre algo terrible que había hecho, algo que nunca llegó a decir. Solo sabían que había mencionado a su hijo, a Bertha Jorkins... y a Voldemort, lo que inmediatamente involucraba a Harry. Después de que Harry hubiera ido a buscar a Dumbledore, había atacado a Victor y había huido. Ahora lo estaban buscando.

—Hay dos posibilidades —dijo Hermione frotándose la frente. Llevaba dándole vueltas al asunto toda la noche—: o el señor Crouch atacó a Viktor, o algún otro los atacó a ambos mientras Viktor no miraba.

—Tiene que haber sido Crouch —señaló Ron—. Por eso no estaba cuando llegaste con Dumbledore. Ya se había ido.

—No lo creo —replicó Harry, negando con la cabeza—. Estaba muy débil. No creo que pudiera desaparecerse ni nada por el estilo.

—No es posible desaparecerse en los terrenos de Hogwarts. ¿No les he dicho un montón de veces? —dijo Hermione.

—Bien... A ver qué les parece esta hipótesis —propuso Ron con entusiasmo—: Krum ataca a Crouch... (esperen, esperen a que acabe) ¡y se aplica a sí mismo el encantamiento aturdidor!

—Eso solo lo dices porque no te gusta Krum —señaló Amelia y le dio una mirada burlona a un sonrojado Weasley—. Tus celos hablan por ti, Ron. Además, ¿cómo explicas que Crouch despareciera, entonces?

Era muy temprano. Ninguno había podido apenas pegar hijo y se habían reunido muy temprano para desayunar y discutir el tema. El Gran Comedor estaba casi vacío.

—Vuélvelo a contar, Harry —pidió Hermione—. ¿Qué dijo exactamente el señor Crouch?

—Ya te lo he dicho, lo que explicaba no tenía mucho sentido. Decía que quería advertir a Dumbledore de algo. Desde luego mencionó a Bertha Jorkins, y parecía pensar que estaba muerta. Insistía en que tenía la culpa de unas cuantas cosas... mencionó a su hijo.

—Bueno, eso sí que fue culpa suya —dijo Hermione malhumorada.

—No estaba en sus cabales. La mitad del tiempo parecía creer que su mujer y su hijo seguían vivos, y le daba instrucciones a Percy.

El secreto de Amelia BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora