Capítulo 1.

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Harry Potter llevaba varios días soportando los inapropiados y despectivos comentarios de su tía Marge

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Harry Potter llevaba varios días soportando los inapropiados y despectivos comentarios de su tía Marge. Solo debía aguantar un poco más. Solo un poco más hasta que tía Marge se fuera al día siguiente y tío Vernon firmara el permiso que necesitaba para ir a Hogsmeade. Después de eso los largos días de verano se pasarían volando. Comparados con los últimos tres días soportando a esa morsa criticona, un mes no era nada.

Durante un rato, en la cena, Harry creyó que lo conseguiría, de verdad que lo creyó. Había aguantado como un campeón todos los insultos, reproches, críticas e improperios de la mujer; había logrado esconder cualquier rastro de la existencia del mundo mágico; y se había portado como una muggle más. Solo tenía que mantener la compostura unas horas más y estaría arreglado.

O ese era el objetivo, hasta que Marge, bastante pasada de copas, cruzó el límite de lo tolerable y empezó a meterse con sus padres. Entonces Harry no pudo quedarse callado más tiempo.

—Ese Potter. Un inútil, un vago y un gorrón que...

—No era nada de eso —interrumpió Harry de repente, sin poder contener la rabia.

El niño temblaba de arriba abajo. Nunca había estado tan enfadado.

—¡MÁS BRANDY! —gritó tío Vernon, que se había puesto pálido de los nervios. Vació la botella en la copa de tía Marge—. Tú, chico —gruñó a Harry—, vete a la cama.

—No, Vernon —dijo entre hipidos tía Marge, levantando una mano. Fijó en los de Harry sus ojos pequeños y enrojecidos—. Sigue, muchacho, sigue. Conque estás orgulloso de tus padres, ¿eh? Van y se matan en un accidente de coche... borrachos, me imagino...

—No murieron en ningún accidente de coche —repuso Harry, que sin darse cuenta se había levantado.

—¡Murieron en un accidente de coche, sucio embustero, y te dejaron para que fueras una carga para tus decentes y trabajadores tíos! —gritó tía Marge, inflándose de ira—. Eres un niño insolente, desagradecido y...

Pero tía Marge se cortó en seco. Por un momento fue como si le faltasen las palabras. Se hinchaba con una ira indescriptible... Pero la hinchazón no se detenía. Su gran rostro comenzó a aumentar de tamaño. Se le agrandaron los pequeños ojos y la boca se le estiró tanto que no podía hablar. Al cabo de un instante, saltaron varios botones de su chaqueta. Se inflaba como un globo monstruoso. El estómago se expandía increíblemente, los dedos se le iban poniendo como morcillas...

—¡MARGE! —gritaron a la vez tío Vernon y tía Petunia, cuando el cuerpo de tía Marge comenzó a elevarse de la silla hacia el techo. Estaba completamente redonda, como un inmenso globo con ojos de cerdito.

—¡NOOOOOOO!

Tío Vernon cogió a Marge por un pie y trató de bajarla, pero faltó poco para que se elevara también con ella.

El secreto de Amelia BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora