Ojos bonitos (parte 1)

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Rin se encontraba en una habitación muy bonita y simple. Solo una mesa y unos cuantos estantes están en el lugar. Seina y Mie la acompañan como siempre. Esta vez continuaba con sus instrucciones de caligrafía. Solo tenía que escribir algunas palabras pero por más que lo intentaba no conseguía que tuvieran una forma decente. La tinta era complicada de manejar al igual que el pincel. 

- Horrible. Hazlo de nuevo - decía Seina empezando a incomodarse de las constantes fallas de Rin. - No entiendo porque eres tan inútil para esto... - se quejaba. 

Tenía que admitir que esas palabras le dolieron. Pero su mente se encontraba pensando en otro asunto. Un asunto que para ella era más importante que escribir en un pergamino o aprender lo necesario para ser una buena esposa. Su mente estaba en Jaken. El pequeño demonio verde no le había dirigido la palabra en poco más de cinco días. Cuando se cruzaban no la saludaba o evitaba chocar con ella. Siempre se le veía muy molesto. Lo último que le escuchó decir fueron esas palabras la noche que la interrumpió a ella y al señor Sesshomaru. Lo más probable era que escuchó cuál fue su decisión y estuviera molesto por eso. ¿Realmente esa sería la razón? ¿Cómo podía arreglarlo si no quería que hablasen?

Seina miraba a Rin con atención, se dio cuenta hace un par de días que su actitud había cambiado a una más triste. No entendía porqué pero era evidente que algo la afectaba. 

- Es suficiente. Terminamos por hoy - dijo la demonesa poniéndose de pie. Mie se apresuró a recoger las tintas, pergaminos y pinceles usados. Rin soltó las cosas que utilizó. Miró a Seina con curiosidad por haberse detenido. Normalmente terminaban mucho más tarde. Aunque no faltaba mucho para la llegada del atardecer... - Creo que podemos tomarnos un descanso el día de hoy ¿Quieres ir a los jardines, Rin? - preguntó. El animo en el rostro de la chica humana aumentó y con una sonrisa leve asintió. 

Las tres salieron de la habitación. Seina adelante, Rin atrás de ella y Mie siguiéndolas al final. Mientras caminaban en el pasillo, dirigiéndose al lado contrario se acercaba Jaken. Rin lo vio y se adelantó para poder hablar con él pero en cuento el pequeño demonio notó que se acercaba se metió a una habitación y le cerró la puerta en la cara haciéndola sentirse aún peor. Seina y Mie vieron eso. La daiyokai suspiró rendida. No tenía idea que había ocurrido entre el sirviente de Sesshomaru y Rin pero al menos era claro que era eso lo que le afectaba tanto. Seina siguió adelante jalando a Rin para que siguiera caminando con ellas. 

- Rin, no puedes dejar que los sirvientes te hagan sentir mal. Tú eres la que debe hacerlos sentir mal a ellos - decía. Rin la miraba con tristeza. Quería que todo volviera a la normalidad con el Señor Jaken. 



Seiwa caminaba por los pasillos del palacio buscando a una persona en específico. Por alguna extraña razón tenía un sueño que lo estaba persiguiendo por las noches. En ese sueño siempre terminaba perdiendo el brazo por los colmillos de Sesshomaru. Peleaban en su forma yokai pura y eso no era nada común. Jamás habían peleado de esa manera y ninguna de sus anteriores peleas fue así de seria como para ameritar la transformación. Algo que tampoco entendía era la presencia de Rin viéndolos mientras lloraba. No era lindo ver a Rin llorar. El demonio suspiró. No ha podido dejar de pensar en esa chica humana y eso era problemático. Acercarse a conversar con ella se volvió muy complicado. Sentía que decía muchas tonterías o que no podía hablar con normalidad. Pero esos últimos días pudo mantener conversaciones decentes con ella. Era vergonzoso pensar que tal vez... solo tal vez... había desarrollado sentimientos románticos por ella, lo cual era terrible. Era la protegida humana de Sesshomaru, humana... por supuesto que no podía sentir nada por una humana. Estaba completamente prohibido para los de su clan.  Volvió a suspirar. 

Un año de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora