Escape (parte 2)

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- Yo, Sesshomaru, sacaré a la princesa humana de este palacio. - decidió. 


A pesar de que Rin sospechó que diría algo así, no esperaba que sus palabras le emocionaran tanto. Podía escuchar los latidos de su corazón fuertes y claros. Desvió su mirada levemente, sintió ardor en sus mejillas, probablemente estaba sonrojada. Exhaló para liberar el sentimiento que se intensificaba en su pecho y miró a Sesshomaru con decisión. 

- ¡Traeré a la princesa! -  Rin salió de su habitación para irrumpir en la de Akiko pero la habitación estaba vacía. Akiko no estaba ahí. 




- ¡Suélteme Señor Jaken! ¡Tengo que ir! - exigía Kohaku mientras intentaba quitarse de encima al pequeño demonio. 

- ¡No seas terco mocoso! ¡El amo Sesshomaru fue muy claro! -

Kohaku no quería hacerlo pero tomó a Jaken de sus ropas y lo lanzó con fuerza por los aires. 

- ¡Discúlpeme Señor Jaken pero me tengo que ir!  - le gritaba mientras la figura de Jaken se perdía en el aire. - Creo que se me fue la mano... ¡Vamos Kirara! -

La nekomata se transformó en su versión más grande y Kohaku se montó en su lomo. Ambos se dirigieron al palacio. 

Jaken cayó al suelo adolorido y resignado. 

- Ya no hay respeto... - se quejaba el pequeño demonio - ¡Ya verá ese mocoso insolente! ¡¿Qué se ha creído para tratar al gran Jaken de esa forma?! - se quejaba. Ah-Un llegaron donde Jaken. - ¡¿Ahora tu que quieres?! - le increpó al dragón que parecía inquieto. Ambas cabezas del dragón dirigieron su mirada al palacio. 

- Mmm.. Parece que Ah-Un también quiere ir al palacio... - se decía Jaken. Jaken miró el palacio que se veía de lejos. Pensó en Rin, hace mucho que no la veía. Luego miró a Ah-Un - ¿No será... que también quieren ver a la mocosa? - les preguntó. El dragón de dos cabezas asintió.




Akiko caminaba temblando por los pasillos del palacio buscando al príncipe. Debajo de sus ropas tenía oculta una daga. Cada paso que daba estaba lleno de miedo e inseguridad pero también demasiado rencor y tristeza.

Lo pensó por horas, pensó en la vida que le esperaba y en lo miserable que era en ese momento. Su boda se celebraría en unos pocos días y después de eso sería completamente propiedad del príncipe. Akiko temblaba tanto que sentía nauseas. 

Por años la criaron con la mentalidad de casarse con un señor feudal o alguno de sus hijos. Pasaría el resto de su vida al lado de esa persona, le sería siempre fiel y lo obedecería. Nunca se negará a él y tendría los hijos que él deseaba. Por años pensaba que ese era el único propósito de casarse, hasta que alguien le enseñó que eso no tenía por qué ser así. 

Recordó a Kohaku y el día que lo vio por primera vez hace más de un año. Nunca antes conoció a un exterminador, pocas cosas oyó de ellos y su aldea extinta. Kohaku había acabado con el demonio que amenazaba a su padre y su mansión. Esa noche llovió muy fuerte, su padre le pidió que se quedara a dormir. Al principio Kohaku se negó pero ante la insistencia tuvo que aceptar. Esa noche habló con él por primera vez. A pesar de su timidez y dificultad para hablar, conversar con él se sintió cómodo. Como si lo conociera desde hace mucho tiempo. Después de ese día Kohaku volvía constantemente a verla. Cada visita era mágica, ella descubría más detalles sobre él y él de ella. Por un tiempo su padre le impidió verlo cuando se percató de las visitas recurrentes pero Majime lo ayudaba a que infiltrarse en la mansión.   

Un año de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora