Duelo a muerte

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La gran Irasue, madre de Sesshomaru y lideresa del clan de los perros de la luna, sospechaba de su hijo y la cercanía que tenía con aquella humana. Sabía que tenían algo ¿Qué más podía esperar? Si era hijo de su padre. Pero, no podía dejar de molestarle. Esperaba más de Sesshomaru. Debía ser cuidadosa con ellos. No podía permitir que su sangre pura se mezclara con la de un humano y mucho menos permitir que Sesshomaru cometa alguna tontería solo por esa humana. Tampoco podía permitir que nadie se enterase de esa relación, sería una completa vergüenza para su clan, una gran desdicha. Y mucho más si no hacía que esa profecía se cumpliera primero. 

No permitiría que Sesshomaru ignorara el destino que los dioses escribieron en las estrellas para él. Jamás podría permitir algo así. Estaba en sus manos resolver de nuevo los problemas de su hijo. 

Sabía que su hijo pasó la noche con esa humana pero el que su olor no estuviera en él se le hizo muy molesto. Como si creyeran que podían tomarle el pelo o engañar a una daiyokai como ella. Sabía que esa falta de aromas combinados tenía que ser obra del chaman que le asignó a su hijo, Isao. Así que fue a visitarlo. 

Irasue entró a una gran habitación que tenía las puertas abiertas. El ambiente era reconocible pero desordenado. A diferencia de los chamanes que le servían en el palacio de los cielos, a Isao lo rodeaba mucho desorden y menos magia. Parecía la choza de un simple curandero, solo que de un tamaño mayor. La inuyokai caminó hasta el único hombre en la habitación, estaba en el suelo buscando debajo de un librero. Este, al entender que alguien caminaba hacia él se levantó rápidamente. 

- Mi gran Señora, que alegría verla nuevamente después de tantos años - le saludó el anciano yokai. Irasue lo rodeó mientras veía los artefactos raros y pergaminos que él tenía en sus estantes. Pero al bajar su mirada a la cara del viejo chamán notó que tenía una flecha incrustada en la cabeza. No preguntó al respecto. No se involucraría en cosas con tan poca importancia.

- Isao, veo que sigues igual de viejo - saludó la demonesa. 

- El tiempo ha salido a mi favor. Mi señora. - rió el anciano - Dígame, ¿Que la trae a mi humilde morada? - Irasue volteó para ver al anciano.

- No me gusta este ambiente así que iré al grano. Isao, ¿Le has dado algo a mi hijo últimamente? ¿Algún tipo de brebaje o conjuro? -  preguntó.

- ¿Brebaje? - repitió el anciano que parecía entrar en los nervios. Irasue notó esto.  

- Sí, específicamente algo que afecte al aroma - explicó. Isao se quedó callado. La gran Inu Kimi sospechó al instante. 

El chamán Isao intentó desviar la mirada de la demonesa, cuando le entregó el brebaje morado el príncipe Sesshomaru casi lo amenazó con no decirle a nadie para que solo lo supieran los dos. El ahora Lord fue claro y aterrador con el mensaje. Era su joven amo y la rama principal del clan lo mandó a solo atenderlo a él así que tenía que obedecerlo. Pero... la gran Inu Kimi era la lideresa, lo que ella ordenara estaba por encima de cualquier otra petición. Era demasiado difícil pero el chamán Isao se decidió. 

- Me temo que las peticiones que el joven amo realiza conmigo quedan estrictamente entre nosotros dos. - respondió firme. Irasue le sonrió. 

- Isao, viejo amigo... ¿Se está negando a darme la información que necesito? Cielos, que desgracia - dijo fingiendo desdicha - Solo soy una pobre madre preocupada por su único hijo... - fingió. Isao no sabía que decir. Irasue volvió a verlo pero esta vez con una mirada aterradoramente seria. - Creo que no lo tienes claro, Isao, así como te regalé este puesto decente puedo quitártelo en un abrir y cerrar los ojos. Y una vez fuera te pondré en juicio con los otros chamanes por desobedecerme. Sirves a Sesshomaru, pero no olvides que por encima de él y de todos yo soy tu señora. - decía amenazantemente - Ahora, responde a mi pregunta. ¿Qué le diste a Sesshomaru?- 

Un año de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora