Amor imposible (parte 1)

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Advertencia: Este capítulo puede contener escenas de abuso :(







El choque del látigo con la piel se escuchaba clara y fuertemente. Podías percibir con facilidad el sonido de la sangre salpicar contra la ropa, las paredes y los barrotes. Todo esto venía de una celda, la más grande de toda la prisión del palacio.

Luego del juicio, la rama principal encerró a la Princesa Seina en esa celda para castigarla por la grave traición cometida en contra de sus dioses y su clan. Ni bien llegaron la despojaron de sus prendas caras hasta dejarla solo con su juban blanco. Quitaron los adornos de su cabello y lo amarraron con una fuerte soga para levantarlo obligándola a encarar al consejo y a su lideresa. Después de eso los soldados del palacio de los cielos la despojaron de la parte superior de su juban exponiendo todo su torso, pechos y espalda completamente desnudos. Tomaron sus muñecas y la esposaron por atrás neutralizando por completo algún movimiento de sus brazos. Inu Kimi se acercó a ella y toco con sus garras cada cien de la princesa. La lideresa pareció susurrar algo, un conjuro, sus ojos volvieron a brillar con una luz celeste. Seina sintió su cuerpo extraño. Segundos después retrocedió y la miró fríamente de nuevo, igual que los consejeros. Y con un gesto de su mano, los dos soldados que estaban atrás de Seina comenzaron a azotar su espalda.

Tan solo el primer golpe fue demasiado doloroso para ella. Se supone que no debía ser así, a pesar de ser un demonio que no podía usar sus poderes tenía aún la resistencia de su raza. La golpearon nuevamente. Seina sintió claramente como ese azote pasó por encima de la herida que dejó el primero. Abrió la boca para gritar pero ahogó el sonido. A pesar que era doloroso, lo primero que imaginaba con cada golpe era a Jun siendo torturado por ellos. Miró con rencor a toda la rama principal. No lo haría, no mostraría su sufrimiento frente a ellos. Resistió todos los golpes que continuaron.

- Alto - Genro, el consejero más severo, habló - No está llorando, no grita. No sufre. - el demonio miró a Inu Kimi - Se supone que le quitaste su resistencia y sus poderes. Debería sentir igual que un humano... - pronunciaba las palabras con claro desprecio.

- Le quité...su resistencia y sus poderes... - respondió la demonesa mirando de reojo al consejero. Volvió a mirar a la princesa - Solo que ella es tan cínica que incluso oculta su dolor... - decía fríamente. Genro hizo un sonido de molestia.

- ¡Azótenla con más fuerza! - ordenó Genro con cierto desespero a los guardias. Ellos obedecieron. Seina apretó los dientes al sentir los golpes mucho más intensos. Resistió, lo único que hizo fue mirar con odio a los seres que estaban frente a ella. Los odiaba. Los odiaba con cada parte de su ser.

Los consejeros empezaban a hartarse. Querían desquitarse de todo lo que se aguantaron por hacer. La princesa siempre les desagradó por ser la tercera hija de un usurpador como el desgraciado traicionero de Toba, ella era una mancha en el clan como ese híbrido, una usurpadora de poderes, una completa vulgar que les faltó el respeto. Por días quisieron hacerla pagar por haberlos insultado esa noche, por no darles a esa sirvienta. Y ahora... su traición. Esa pequeña desgraciada había arruinado una profecía milenaria. Se acostó con ese híbrido. Su vientre estaba contaminado. Querían vengarse y su momento había llegado al fin.

- ¡Suficiente! - habló nuevamente Genro. Miró a Inu Kimi con algo de desespero. - ¡Has algo Irasue! ¡Ni siquiera está llorando! - renegaba. Seina les sonrió. La rama principal la miró extrañados, Seina solo empezó a reír.

- ¡Deberían ver sus caras! - rió. Irasue entrecerró los ojos con molestia. Estaba llegando más allá de su límite. Un límite que Seina destrozó de la peor manera. La demonesa más joven dejó de reírse de a pocos intentando recuperar aire. - Pueden... - Seina tragó saliva repentinamente. Sentía demasiado dolor que casi la hace vomitar pero se resistió para poder seguir mirando al consejo. - Pueden azotarme... todo el día. No importa. Ningún golpe traerá de regreso mi pureza... - decía con tal de provocarlos. Quería que toda la ira se dirigiera solo a ella. De alguna manera tenía que lograrlo porque no dejará que vuelvan a tocar a Jun. No dejará que lo maten. No importa si la molían a golpes. Tenía que... salvar la vida de Jun. - Al contrario... - siguió hablando con un tono irónico - Me recuerda a tres hombres...con los que compartí mi lecho. ellos disfrutaban del dolor de los golpes.Esa era mi manera de complace...- Irasue la calló abofeteándola con mucha fuerza. Seina regresó a verlos. Todos ellos la miraban con desagrado...

Un año de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora