El palacio del Oeste

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Los lores demonio encontraron a Sesshomaru...





Rin se encontraba ahora recostada sobre Ah-Un intentando analizar cada palabra que le decía Jaken en busca de alguna justificación para los actos de Sesshomaru, pero en cuanto más lo hacía más triste se ponía porque simplemente no lograba entenderlo.

- Entonces... ¿Me iban a dejar en la aldea? - cuestionaba con un hilo de decepción en su voz. Jaken estaba sentado frente a ella con una expresión de pena.

El pequeño demonio sabía que Rin se iba a desilusionar mucho al saber la verdad y tenía que admitir que no le gustaba que esa niña se viera triste y más si su amo era el responsable. Sesshomaru le había ordenado y amenazado con no decirle nada a Rin pero, luego de que llegaran los tres lores perro, el loco que los atacó y la mamá de su amo acompañados de soldados demonio y carrozas impulsadas por pobres yokai, era inevitable tener que contárselo.

Luego de que aparecieron los cinco perros demonios, estos se llevaron a Sesshomaru con ellos, hicieron subir a Rin, Jaken y Ah-Un a una de las carrozas y partieron a gran velocidad. Ninguno de los tres sabía a dónde.

Pasaron varias horas después de eso.

- Pero... Me iba a visitar ¿Verdad? Como siempre. No importa si se demora más tiempo. El Señor Sesshomaru aún vendrá a verme ¿Cierto? - preguntaba Rin, sus ojos brillaban mostrando esperanza. Jaken ya no supo si continuar y decirle que no iba a ser así, que su amo se iba separar de ella y que no la volvería a ver por el resto de su corta vida. Jaken se percató que él tampoco la podría ver otra vez y eso le dio un sentimiento de tristeza. El pequeño demonio verde bajó la vista levemente.

- Rin, si el amo Sesshomaru toma el título que le corresponde tendrá tareas que cumplir y... -decía Jaken, levantó la mirada para ver a Rin encontrándose son sus ojos casi llorosos. Jaken ya no sabía si continuar. No solo por la reacción de Rin. No estaba seguro de por qué exactamente su amo no volvería a verla nunca. Y lo peor de todo es que no podía explicarle a rin eso para que no llorase  - Ay mocosa, eres muy llorona...-

Un fuerte golpe de la carroza hizo que Jaken diera volteretas para atrás mientras que Rin pudo sostenerse en el dragón.

- Se detuvo...¿Dónde estamos Señor Jaken? - preguntaba con algo de temor.

- ¿Y yo qué voy a saber si estoy igual que tú? Tonta - decía el pequeño demonio mientras se levantaba. Rin y Jaken escucharon pasos acercarse y varias voces que se hacían presentes a fuera de la carroza. Rin empezó a sentirse muy nerviosa.

La puerta de la carroza fue abierta por un soldado yokai, este no le dijo nada solo le extendió la mano. Rin no estaba segura de que hacer, probablemente le estaban indicando que bajara así que tomó la mano del soldado y este la atrajo hacia fuera de la carroza. Jaken y el dragón bajaron detrás de ella. Ya era de día. Rin recorrió con una vista rápida el lugar a su alrededor que era un espacio amplio y verde, por más que el lugar era un extenso valle llano los rodeaban enormes montañas a lo lejos. Habían otras carrozas más pero esos pequeños yokais amorfos de antes que los impulsaban ya no estaban. Sin embargo, eso era lo mínimo del sitio. Lo más impresionante era la figura de un inmenso palacio que se alzaba no muy lejos de ellos. Rin tuvo que separar los labios de la impresión. Era... un palacio enorme. Mucho más grande que el de la capital del norte, eran como cuatro torres más, una gran muralla... Era simplemente irreal... Si el Señor Sesshomaru era alguien noble entonces ese debía ser su palacio. Eso supuso Rin.

Un año de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora