Un amigo

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Seina acababa de entrar. 


- ¿Sesshomaru? ¿Qué haces aquí? - preguntó la demonesa al ver a Sesshomaru en frente de ella, en la habitación de su protegida. Rin se puso demasiado nerviosa. ¿Ella podría sentir sus aromas? El Señor Sesshomaru había dicho que ese brebaje morado ocultaba el olor del ser que lo tomaba, deseó con fuerzas que funcionara. Sesshomaru volteó a mirar a Seina levemente, no dijo nada por varios segundos. Cerró los ojos y con un gesto tranquilo habló. 

- Vine para hablar con Rin de asuntos importantes sobre su estadía en este palacio y reglas que debe seguir - respondió con seguridad. Abrió los ojos y miró a Seina de manera fría. - ¿Qué haces tú aquí? - le cuestionó de vuelta. Seina arqueó una ceja. 

- ¿Reglas? - repitió con desconfianza. Cruzó sus brazos dudando de la palabra de Sesshomaru y mirándolo con desaprobación  - ¿Cuáles reglas? de seguro solo la estás molestando a propósito. Y yo que pensé que estabas aquí porque al fin te dignaste en velar por el estado de Rin Y ...- Seina caminó un par de pasos hasta quedar muy cerca de Sesshomaru y con su abanico cerrado que llevaba en la mano golpeó un par de veces su armadura. A Rin le incomodó un poco ver la poca distancia que había entre el Señor Sesshomaru y la Señorita Seina - ¿Cómo que qué hago aquí? Yo me hago cargo de las actividades de nuestra protegida, tonto - decía mientras seguía golpeando levemente la armadura del demonio. Sesshomaru la miró con disgusto. 

- No es tu protegida, es mía. La traje al palacio, no tienes nada que ver en esto. - decía de forma fría. Seina retiró su abanico y volvió a cruzarse de brazos. 

- Nos vamos a casar, lo tuyo será mío. - respondió con seguridad. Rin no dejaba de mirarlos, pudo percatarse de la gran confianza con la que la señorita Seina le hablaba al Señor Sesshomaru y a él parecía no molestarle eso. Además, ella se veía segura de ese matrimonio. Ojalá no pudiera ver ni escuchar nada de lo que decían, la hacía sentir mal. 

- No me casaré contigo - dijo firmemente Sesshomaru, Seina suspiró exhausta y volvió a mirarlo con el ceño fruncido. 

- Sí, sí, como quieras... Ahora te pediré amablemente que te retires. Tengo que encargarme de las actividades de Rin o... ¿Acaso tú puedes encargarte de eso, Sesshomaru? - le cuestionó la daiyokai acercándose más a él retándolo con la mirada. Sesshomaru entrecerró los ojos y bajó levemente la mirada para enfrentar a Seina. Sin embargo, a simple vista, para Rin, ya estaban demasiado cerca, tanto que parecía que en cualquier momento iban a besar al otro. Tenía que impedirlo pero no sabía cómo. Hizo lo primero que se le vino a la mente.

- ¡Tengo hambre! - exclamó Rin en voz alta haciendo que Seina y Sesshomaru voltearan a verla. Se sonrojó avergonzada - Perdón yo... me dio hambre, perdón. - decía, sentió su cara arder de la vergüenza pero al menos logró hacer que los dos demonios se distanciaran. 

"Bien hecho Rin" se felicitaba en su mente

- Mie - Seina llamó a la sirvienta que la acompañaba, la de los cabellos amarillos y llamativos - Trae algún postre humano para la princesa - ordenó. 

- Sí, mi señora. Mi lord - La sirvienta se reverenció y salió del sitio. 

Sesshomaru notó la incomodidad de Rin, probablemente se había molestado por la cercanía que tuvo con Seina, no era algo nuevo para él. Retarse con ella de esa forma le era normal pero para Rin debió haberse visto mal. Lo mejor era que se vaya de la habitación. 

- Más te vale no hacerle nada - le dijo amenazantemente a Seina. 

- ¿Yo, dañar humanos? Huph! Creo que te estás confundiendo - le respondió molesta e indignada. Sesshomaru miró por última vez a Rin antes de irse, pero ella le desvió la mirada aún con un sonrojo en sus mejillas. Probablemente había arruinado las cosas aún más. Lo único que hizo fue dirigirse a la puerta para salir de ahí. 

Un año de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora