Cerca de la muerte

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-¡Rin! - la llamó con fuerza pero ella no reaccionaba. Su cuerpo estaba demasiado caliente.  No tenía idea de lo que le ocurría, jamás le pasó algo así mientras estuvo con ellos. Sesshomaru empezó a desesperarse. 

- Un médico humano. Buscaré un medico humano - dijo Jaken dirigiéndose a Ah-Un. El dragón se agachó para que el pequeño demonio pueda subir más rápido. 

- Demorará - pronunció el daiyokai. Cargó a Rin con ambos brazos. - La llevaré a la aldea humana más cercana. 

- ¡Espere! ¡Amo bonito! - Gritaba Jaken mientras Sesshomaru se alejaba por los aires volando rápidamente. 

Se elevó lo suficientemente alto por los aires hasta encontrar a la distancia lo que parecía ser una aldea humana. Era muy pequeña pero no había rastros de otro pueblo en los alrededores. Se transformó en un rayo de luz que llegó en unos cuantos segundos a esa aldea. 

Aterrizó en medio de la pequeña aldea. La luz que lo rodeaba desapareció hasta mostrarlo a él y Rin por completo. Los pobladores se detuvieron de hacer sus cosas cuando los vieron a ambos materializarse de una extraña luz. Un gran silencio los rodeó a todos. Todos los pobladores estaban sorprendidos. Cerca de Sesshomaru había una mujer que cargaba un bebe en su espalda. Se dirigió a aquella mujer. 

-  Rin se desmayó, su cuerpo esta caliente y no despierta. Cúrala ahora o te asesinaré a ti y a tu pueblo - amenazó con rencor en su voz. La mujer tenía la boca casi abierta de la sorpresa al ver a un ser como Sesshomaru. Sin embargo, no parecía haber miedo en su mirada, solo sorpresa. pero pronto ese gesto perplejo desapareció del gesto de aquella mujer.  

La mujer dejó de ver a Sesshomaru para enfocarse en Rin, tocó su frente para sentir su temperatura pero sacó su mano rápidamente, la expresión de preocupación inundó su rostro. 

- ¡Está ardiendo en fiebre! - exclamó con preocupación, volteó a hablarle a un hombre a pocos metros de ella - ¡Llama a mi madre, dile que es una emergencia! - le mandó al hombre, el hombre empezó a correr. - Sígame, rápido. - le pidió a Sesshomaru. En el pueblo empezó a armarse un leve bullicio. Aquella mujer lo llevó hasta una cabaña muy cerca. Los tres entraron. Sesshomaru la miraba desconfiado. La mujer tendió un futón en medio de la cabaña. - Acuéstela aquí - señaló. 

Sesshomaru dejó con cuidado a Rin sobre el futón. Se sentó a su lado atento a que vuelva en sí. Estaba muy confundido. Casi intentaba procesar lo que había pasado. ¿Acaso Rin enfermó? ¿Por qué? ¿Cómo pasó? ¿Y por qué no se dio cuenta? No entendía como Rin llegó a ese estado cuando parecía estar bien. Sintió que el temor se apoderaba de él. ¿Por qué no estaba reaccionando?

- Mi madre no tardará en llegar. - la mujer lo sacó de sus pensamientos - Iré por agua y mantas, no se angustie. Ella se recuperará pronto - dijo en tono suave y considerado para después irse. 

Sesshomaru no entendió porqué aquella mujer lo trato con esa molesta amabilidad. Era un demonio que la acababa de amenazar de muerte, debía estar temblando de miedo. Al menos no se habían negado en atender a Rin. Si se hubieran negado probablemente sí los hubiera asesinado. Ahora no podía dejar de verla esperando por alguna reacción de su parte. Rin apretó los ojos en un gesto de dolor. 

- Rin - la llamó. Puso su mano en su mejilla - Rin despierta - le pedía. 

- ¿Qué es todo este escándalo? - la fuerte voz de una anciana entró a la habitación. Sesshomaru volteó a ver a la mujer, traía puesto un traje de sacerdotisa como el de la mujer de Inuyasha y de la anciana Kaede. Era una mujer delgada y jorobada de cabellos canosos y desordenados que se apoyaba en un bastón. Debía ser la madre de aquella mujer, la que curaría a Rin.

Un año de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora