El pintor

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Rin se acercó con sigilo hasta donde Sesshomaru y el resto la esperaban afuera de la aldea. Sus pasos eran lentos e inseguros. Se sentía muy preocupada,  avergonzada e inútil. Se dejó engañar por un niño herido que ni siquiera estaba herido. Lo peor de todo es que se habían llevado todas sus cosas, la bolsa que con tanto cariño la abuela Kaede le había hecho hace varios años y ¡Los regalos del señor Sesshomaru! 

Los podía ver a la distancia. Al parecer Sesshomaru se percató de su presencia porque fue el primero en voltear a verla. Rin se detuvo al sentir la mirada del demonio encima, no se atrevía a avanzar más. Se sonrojó y bajó la cabeza apenada, tenía la necesidad de llorar. Sesshomaru la seguía mirando con mucha atención pero esta vez pareció percatarse de algo. Rin se avergonzó más, no esperaba menos de él. Sabía que Sesshomaru se daría cuenta que perdió su bolso ni bien la viera. Jaken poco después también volteó a verla. 

- ¡Niña! ¡No te quedes ahí y ya vámonos!- Le gritó Jaken. Rin levantó levemente la cabeza para encontrar a Sesshomaru caminando hacia ella. Tuvo el impulso de escapar, se sentía realmente avergonzada por haber sido engañada por unos niños... Fue muy ingenua. Pero no, no se dejaría ganar por esa debilidad, fue su error y tenía que enfrentarlo. Tragándose su vergüenza levantó su mirada firmemente para encontrarse con la de Sesshomaru. El ya estaba frente a ella, a penas los separaban un par de pasos. Rin notó entonces algo... no lo pensó antes, era evidente pero... no se percató realmente que el Señor Sesshomaru... era un hombre muy alto...

- Rin ¿Dónde están tus cosas? - le preguntó. Su voz era seria, algo fría como siempre. Casi tembló de escucharlo pero su gesto pálido se veía tranquilo. Jaken que siguió los pasos de Sesshomaru se sorprendió por lo que mencionó su amo.

- Es verdad. Cuando te fuiste llevaste tu cosa esa contigo ¿No será...? ¡¿Ya lo has perdido?! - le reclamó Jaken. Rin infló las mejillas desviando la mirada de los dos -  ¡Eres una completa despistada Rin! - se quejaba el demonio verde. 

- ¡No! ¡Puedo explicarlo! - decía apresurada encarando al pequeño yokai - Es que... mientras estaba en la aldea, mientras estaba ahí... - Rin pensó en muchas cosas en ese momento ¿Confesaría que le robaron un par de niños? ¿Qué pensarán de ella? Su imaginación comenzó a volar. 

"Te dejaste engañar por unos niños... Eres decepcionante Rin..." imaginó al Señor Sesshomaru diciéndole algo así. Sintió como algo se clava en su pecho. 

"Sí que eres muy tonta. Nunca debimos traerte." Ahora se imaginaba a Jaken. Se molestó de solo pensar. No quería que la vieran así. 

- Es que a mí...¡Me robaron unos bandidos! - mintió decidida. Odiaba tener que mentir pero su boca escupía las primeras ideas que cruzaban su mente. - Eran grandes y aterradores venían en un grupo muy muy grande. Yo...les...les tuve que dar mis cosas... - lo último lo dijo con cierta tristeza. Terminó perdiendo su pertenencias, tan importantes para ella.  

De solo escuchar las palabras de Rin, Sesshomaru se sintió muy molesto. Unos bandidos...Rin se había puesto en peligro y él no se había percatado de nada a pesar de lo cerca que estaba. Sin embargo, no podía sentir el olor de bandidos, ellos normalmente huelen a sangre seca.  Así que sin querer oír nada más, avanzó. 

- ¿Señor Sesshomaru? - Rin vio a Sesshomaru avanzar en dirección a la aldea. No tuvo un buen presentimiento de sus intenciones - Señor Sesshomaru, ¿Qué está haciendo? - preguntó comenzando a seguirlo. 

- Iré a matar a esos bandidos. -  respondió con mucha serenidad. Ni un gesto de su rostro se inmutó tras decirlo. Rin se quedó quieta de la impresión. 

Un año de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora