Grito de dolor (parte 2)

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- Siéntate por favor - pidió mostrándole un tronco en el suelo. Seiwa se sentó sin problemas. ¿Era un descanso? ¿Iban a atenderlo al fin? Kano agarró una navaja y se la mostró al demonio. - Bien, vamos a cortarte el cabello -  dijo Kano sonriente. Seiwa se quedó viéndola analizando sus palabras.

- ¿Qué? -



Kano seguía mostrándole la navaja mientras el príncipe miraba a detalle como el filo de ese objeto brillaba. Se sintió demasiado nervioso. Miró a la mujer de cabellos oscuros exaltado.

- ¡No, definitivamente no! - reiteró. Respiró profundamente para empezar a explicar - En mi clan el cabello largo es un símbolo de soberanía. Somos una raza superior y tenemos que lucir como tal. Tenerlo corto solo nos reduce a parecer yokais de menor rango o peor... campesinos... - decía la última palabra como si hablara de algo realmente malo. Kano solo lo miraba.

- Ara ara... no entendí nada pero sonó a que no eres muy humilde - decía sonriendo mientras se acercaba a él. Le tomó parte de su platinado y sedoso cabello. Incluso Kano se sorprendió de que fuera tan suave. ¿Tenía que ver con su raza? ¿El de Sesshomaru será igual? Rin debía de tener mucha suerte para poder tocar un cabello tan hermoso siempre que quisiera. Seiwa se movió a un lado haciendo que Kano soltara su cabello.

- No te atrevas a poner esa cosa sobre mis cabellos humana - decía amenazante. Kano intentó tomarlo de nuevo pero el príncipe se movió nuevamente esquivando. Intentó sujetar sus mechones tres veces más pero Seiwa siguió esquivándola todos esos intentos. Kano notó algo que le pareció curioso, a pesar que el príncipe la esquivaba en ningún momento salió del tronco en el que estaba sentado. Le frunció levemente el ceño. Se sentía un poco molesta, no era común para ella sentirse disgustada.

- ¡Solo es un corte de cabello! - se quejó la mujer. Seiwa bufó mirando a otro lado irritado. Kano aprovechó para tomar un mechón. Se emocionó porque porfín pudo tomar uno, sin embargo Seiwa la tomó de la muñeca y la jaló. La sentó sobre sus piernas y puso sus brazos en su espalda sosteniéndolas con una de sus manos. La neutralizó por completo. - ¿Ara? - reaccionó a decir Kano dándose cuenta en la situación en la que estaba. Le sorprendió que el demonio no usara la fuerza en ella, ni tampoco era brusco al atrapar sus muñecas. Aún así, la posición en la que estaba... Levantó la mirada encontrando el rostro del príncipe muy cerca de ella. Seiwa la miraba de reojo. El rostro de Kano se sonrojó levemente.

- Suelta esa navaja - pidió con una voz que casi podía sonar amenazante. Kano empezó a sentirse nerviosa. Lo volvió a fruncir el ceño.

- Se...Seiwa. Será mejor que me bajes. -

- No, hasta que sueltes esa navaja -

- Es... enserio - decía apenada. Intentaba mirar a otra parte. No entendía bien por qué se lo pedía de esa manera. Si era lo suficientemente habilidoso para neutralizarla en segundos, quitarle una navaja sería demasiado sencillo. Tal vez solo era una excusa para tenerla de una manera inapropiada. - No puedes sostenerme de esta forma. - dijo - Soy una mujer mayor que tú. No es correcto -

- ¿Eh? - cuestionó Seiwa viéndola con curiosidad. Tenerla así de cerca resultaba muy agradable, su aroma... era muy atrayente pero... ¿Mayor que él? Esa mujer no tenía idea de lo que decía. Le dio una mirada muy serena y despreocupada pero a la vez una muy sugerente - Estoy seguro que soy mucho mayor que tú - dijo. Kano se sonrojó aún más. Empezó a sentirse demasiado nerviosa.

- ¡Kazuki! - llamó a su hijo por ayuda. Seiwa sonrió.

- ¿Crees que la presencia de ese sujeto hará que te suelte? - decía casi burlándose.

Un año de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora