El secreto de Sesshomaru

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Han transcurrido un par de horas desde que Rin dejó al fin el palacio de la capital del Norte. Sesshomaru la había llevado volando lejos, Jaken junto con el dragón los siguieron hasta llegar cerca de una aldea. Rin tuvo que alejarse de ellos para buscar algunas hiervas que la pudieran ayudar con la herida debajo del brazo que no dejaba de arderle. 

Jaken se quedó solo con Sesshomaru, el pequeño demonio verde sentía cierto temor hacia su amo pero a la vez estaba algo confundido. Antes de que Rin se fuera con la princesa humana su amo Sesshomaru había sido muy claro en que el viaje había terminado y que cambiarían su rumbo al Oeste. Pero cuando se lo mencionó frente a la mocosa lo miró como si quisiera matarlo. 

Sesshomaru se encontraba espaldas a él, como si fuera a irse en cualquier momento. 

- Jaken - lo llamó. Jaken se estremeció del susto. 

- Ehh sí amito... ¿Qué desea...? - preguntaba nervioso. Sesshomaru no volteó a verlo. 

- Sobre ir al Oeste... - decía fríamente - Si le dices algo a Rin. Te mataré - amenazó. Después de esto, Sesshomaru se alejó hasta sentarse en la sombra de un árbol. Jaken estaba sin palabras. Su vida había sido amenazada. Como tantas veces... Se quedó a esperar a la mocosa mientras intentaba encontrarle sentido a las decisiones de su amo. Rin volvió después de varios minutos. 

-  ¡Señor Jaken! - lo llamó con emoción. Rin se acercó corriendo hasta llegar a él. En una manta tenía algunas hiervas. 

- ¡Shhh! Silencio Rin o vas a molestar al amo Sesshomaru con tus escándalos.  Y no parece estar en su mejor momento... - decía el pequeño demonio. Rin buscó con la mirada a Sesshomaru hasta encontrarlo sentado debajo de un árbol, cubierto por la sombra. Sonrió al verlo. - ¿Conseguiste las plantas que querías? - Rin volvió a ver a Jaken. 

- ¡Sí! Fue un poco difícil, no pude encontrar muchas. Pero creo que son suficientes. - sonrió. - Señor Jaken, hay un río cerca. Tengo que ir ahí ¿Me podría acompañar? - pidió. Jaken se molestó. 

- Nunca antes pedías que te acompañe. Ve tú sola y no molestes.  - Jaken volteó su cabeza ignorándola.  Rin bajó la mirada levemente. 

- Sí, lo sé Señor Jaken pero ahora... - Rin se calló por unos segundos, las imágenes del príncipe encima de ella volvían, sintió miedo. - Yo...no quiero ir sola...es que necesito su ayuda... - se excusó intentando convencerlo.  Jaken volvió a mirarla, Rin le sonrió levemente. - ¿Recuerda mi herida? Necesito que me ayude a limpiarla. Por favor, Señor Jaken. - pidió. Jaken aceptó a regañadientes. 

Ambos, acompañados de Ah-Un, fueron hasta el río que indicó Rin. 

Jaken seguía pensativo sobre lo que su amo Sesshomaru tenía en mente. Sentía que algo ocultaba y quería saber qué era. ¿Por qué la mocosa no podía saber lo de ir al Oeste?

En los siguientes minutos, Rin remojó las hiervas en el rió, las dejó a un lado mientras lavaba su ropa manchada de sangre, era agotador y doloroso hacerlo con un brazo que dolía al moverlo. Después de tenderlas para que secaran finalmente se enfocó en preparar una pasta hecha con las hiervas que encontró. Al acabar quiso desvestirse pero antes de eso miró a Jaken que parecía estar pensando en algo importante, no le prestaba atención a ella.

- Señor Jaken, cúbrase los ojos, por favor. Voy a bañarme. - pidió con una sonrisa. Jaken estaba refunfuñando pero cerró los ojos como pidió Rin. Se quitó su obi, la yukata manchada de sangre y los vendajes sucios. Se adentró al río para bañarse sumergiendo todo su cuerpo pero sin alejarse de la orilla y de Jaken. - Ya puede abrirlos Señor Jaken. 

Un año de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora