Una niña para él

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Rin regresaba a su habitación después de darse un baño. Necesitaba descansar, ese día en el palacio terminó como un completo fiasco. 

Después de la presentación de las familias no pudo ver a la princesa o a Majime. Intentó conversar con las otras sirvientas pero todas estaban muy ocupadas o parecían querer ignorarla. También se había perdido en los primeros pisos del palacio pero afortunadamente se encontró con el esposo de Majime, el soldado Masashi, quien la ayudó a ubicar su habitación. Era muy amable, como Majime.  Ni bien entró a su habitación se echó en su futón completamente exhausta. Volteó para ver el techo. Los acontecimientos del día regresaban a su mente. Se tocó su mejilla al recordar la bofetada que le dio la institutriz Sadachi, luego recordó al príncipe... 

La mirada del príncipe la incomodó demasiado y más cuando notó que la miraba específicamente a ella. Sintió que en todo el tiempo que duró la reunión él no dejó de mirarla. Claro que no estaba segura de eso, evitó verlo las horas siguientes pero esa sensación... nunca se le quitó de encima. Él príncipe era extraño. Sus ojos eran aterradores, la perturbaban. Era como si buscara algo con mucho deseo, ambición... No podía describirlo, nunca antes nadie la vio de esa forma. Rin suspiró. 

"Tal vez son solo ideas mías" pensó. 

Si bien el príncipe podía parecer alguien malo no debía juzgarlo. Nunca sabes que tan buenas son las personas hasta que las conoces. Solo debía conocerlo más, hablar con él. Así se daría cuenta de lo buena persona que es. Ojalá se presentara la oportunidad de poder charlar con el príncipe. Pero, como le indicaron hasta ahora, para un sirviente eso parecía ser casi imposible. 

- Sirvientes... - susurró. Pensó en el Señor Sesshomaru y en el Señor Jaken. 

El Señor Jaken servía desde hace mucho tiempo al Señor Sesshomaru, sabía que lo admiraba mucho, siempre obedece sus ordenes y nunca le contradice. 

¿Y ella? 

Ella también admiraba mucho al señor Sesshomaru y seguía sus ordenes... la mayoría de las veces... Tampoco lo contradecía, tal vez lo hacía en un par de ocasiones... Rin suspiró rendida. ¿A quién quería engañar? Pensar en eso era tan problemático, pero era evidente. Ella no era la sirvienta del Señor Sesshomaru... entonces...¿Qué era ella para él? Rin dio varias vueltas en el futón mientras intentaba aclarar sus pensamientos. Recordó todo, desde que Sesshomaru la dejó en la aldea con Kaede. Todas sus atenciones, sus regalos... Se podría decir que ella siempre ha sido más especial para él que cualquiera... 

"¿Un pretendiente?" recordó lo que dijo Akiko. 

Tal vez... el Señor Sesshomaru sí la veía de manera distinta, como... mujer. 

Rin se abrazó ella misma. Escondió su cara en el futón avergonzada de solo pensar. No podía evitarlo. Sentía esa fuerte emoción en el pecho cuando pensaba en él ¿Por qué? No lo entendía. Lo único que comprendía eran sus ganas de verlo. pasaron ya un par de días sin saber del otro. Realmente quería verlo... hablar con él. Hablar con el Señor Sesshomaru siempre se sentía bonito. Porque sabía que él siempre la escuchaba. Y ella quería escucharlo a él. 

Rin se sentó en el futón y de rodillas fue a alcanzar su bolso que estaba encima de un mueble de madera. Buscó en él el dibujo del Señor Sesshomaru que Takao, el pintor, le había obsequiado. Al tener el dibujo entre sus manos se sentó en el suelo. Rió al verlo. Realmente se parecía a él, la apariencia del Señor Sesshomaru no había cambiado ni un poco desde que era niña... Una idea cruzó por la mente de Rin. Una idea que le ponía muy triste. 

Un año de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora