El ataque de Seiwa

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Pasaron cuatro días desde que Sesshomaru y Rin confesaron sus sentimientos el uno por el otro. Los días después de aquel acontecimiento Rin descubrió una nueva faceta en Sesshomaru que jamás hubiera considerado común en él antes, cuando se comportaba de esa manera lo hacía con tal naturalidad que la sorprendía. Siempre demostró ser alguien frío y sereno, alguien que difícilmente pudiera demostrar muchos sentimientos. Sin embargo, esos últimos días, cuando por fin pasaban tiempo solos, se volvía alguien... cariñoso.

Esos días Rin se ofreció a ayudar a las personas de la aldea con los preparativos para el festival de verano que celebrarían la noche siguiente pero Kano le recomendó que no lo hiciera y que no era necesario ya que eran sus invitados. El que terminó ayudándolos fue Jaken pero lo hacía estrictamente por ordenes de Sesshomaru, pues era la manera que encontró para mantenerlo lejos. Así ella y el Señor Sesshomaru podían estar más tiempo solos. Era en esos momentos que compartían a solas dónde era testigo de esa faceta cariñosa de él. La abrazaba, acariciaba y besaba mucho. Eso realmente le gustaba. La hacía sentirse inmensamente querida y feliz. Ella no se quedaba atrás, correspondida siempre los besos y en ocasiones hacía cosas que Sesshomaru no haría como darle besos en la mejilla. Pero, eso no era todo.

En los últimos besos que se daban sentía que las cosas iban más allá. Sus caricias bajaban a lugares de su cuerpo que él jamás había tocado antes. Definitivamente no le disgustaba... pero la hacía sentir de una manera extraña, su cuerpo reaccionaba de una forma que jamás a experimentado antes.

El Señor Sesshomaru la hacía sentir de maneras inexplicables.

Ahora Rin se encontraba en la cabaña, estaba echada en el futón cantando mientras veía al bebe de Kano dormir a su lado. El pequeño al fin había conciliado el sueño.

Sesshomaru estaba en una esquina de la cabaña sentado, tenía los ojos cerrados concentrado en escuchar la melódica voz de Rin que lo hacía sentir en paz.

Kano entró a la cabaña con cuidado de no hacer ruido.

- ¿Tori se durmió? - preguntó algo emocionada la mujer. Rin asintió. - Gracias por cuidarlo Rin, con Kazuki y mi madre fuera no sabía con quién dejarlo. Todos están muy escandalosos con lo del festival - decía en voz baja. - Me alegra que te ofrecieras, espero que no haya sido mucha molestia.-

- No se preocupe, no lo fue. Tori es muy tranquilo. En mi aldea, muchas veces tuve que cuidar a los bebes, era más complicado lograr que durmieran - explicaba también con un tono leve. Recordó lo difícil que era lograr que Hisui o las gemelas durmieran cuando Inuyasha y Shippo estaban cerca. Kano miró de reojo a Sesshomaru.

- Ara ara, creo que Tori no fue el único al que lograste dormir - dijo refiriéndose al demonio que seguía con los ojos cerrados en la esquina. Rin sonrió levemente. Kano tomó al bebe con cuidado de que no despertara, se despidió y se fue del lugar agradecida. Rin miró por la pequeña ventana de la cabaña, ya casi anochecía. Miró a Sesshomaru, parecía estar dormido. No pudo evitar verlo con ternura. Caminó hacia él y se recostó a su lado con cuidado. 

- ¿Terminaste con la cría humana, Rin? - preguntó el demonio con su voz serena de siempre. Rin se sorprendió un poco. 

- Creí que estaba durmiendo, Señor Sesshomaru - dijo suavemente. Rin desvió la mirada recordando - Ahora que lo pienso, casi nunca lo veo dormir, siempre que me acerco esta despierto. - volvió a ver a Sesshomaru - ¿Usted nunca duerme, Señor Sesshomaru? - Sesshomaru no respondió. Rin le sonrió - Creo que puedo entenderlo, usted siempre esta alerta... - Rin tomó el brazo de Sesshomaru y la hizo rodearla para que ella pueda recostarse en su pecho - No creo que necesite estar alerta aquí, nadie nos haría daño. - Sesshomaru la miró de reojo por varios segundos. Tomó a Rin del mentón suavemente y la hizo mirarlo.

Un año de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora