Dieciséis primaveras

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El sol brillaba mucho ese día y el cielo lucía despejado. El lugar que lo rodeaba era tranquilo, las brisas del viento eran ligeras y apenas podía percibir el sonido de pequeñas aves volar de un árbol a otro. Sesshomaru, el gran y poderoso Inuyokai, se encontraba sentado en la firme rama del más grande árbol de todo ese bosque. Sus pensamientos divagaban en cierta chica de cabellos castaños a la que prometió iría a ver ese día. Una persona muy importante para él... Esa chica era Rin. 

Pasaron seis años desde que la dejó al cuidado de Kaede en la aldea del incompetente de su medio hermano. Desde entonces, la ha visitado muy de vez en cuando obsequiándole cada cosa que ella necesitara. Incluso mucho más... pero... tal vez llevarle regalos solo era una excusa para lo que realmente le importaba. Hablar con ella. Y ese día, como se lo prometió la última vez que se encontraron, iría a verla otra vez... al parecer, sería por una ocasión mucho más especial. Rin se lo había dicho así. Esa era la principal razón por la que Sesshomaru estaba ahí sentado, esperando a que su fiel sirviente Jaken llegase con los kimonos, obis, kanzashi y aceites que mandó a crear solo para ella. Solo para Rin. 

- Mamá mira, caracol parece  Yuki. Feo como ella. - se escuchó la voz de un niño. Sesshomaru dejó sus pensamientos de lado distraído por esa voz y presencias que fastidiaron su tranquilidad.  Volteó a penas para saber de qué se trataba y como supuso, solo eran un niño humano buscando entre los arbustos, al lado de una joven que cargaba a su cría en sus espaldas.

- No digas eso Mako, tu hermanita es solo una bebe y es muy hermosa. - decía la mujer reprendiendo al niño. Por lo que Sesshomaru veía, entendía que esa joven era la madre del niño y muy seguramente del bebe que cargaba. Inesperadamente decidió prestar más atención a la mujer. Era muy joven, incluso más joven que Rin ¿Que edad tendría?  Ese niño ya podía caminar por sí mismo, no estaba seguro de la edad de los mortales pero... verlos le dejó una gran inquietud. Detrás de ellos llegó un hombre, él sí lucía mucho mayor que la joven mujer humana. El hombre besó a la mujer, parecía feliz, cargó al pequeño en sus hombros para continuar juntos su camino. 

Sesshomaru no los perdió de vista. No entendía porqué se quedó observándolos, especialmente  a la joven humana. Esa chica sin duda alguna era menor que Rin y ya tenía una familia. Los pensamientos del demonio comenzaban a ordenarse y una imagen que lo disgustó se formó en su mente. 

Como un ser humano...Rin también... ¿Llegará a tener una familia?

- ¡Amo Bonito! ¡Aquí le traigo todos los obsequios! - Jaken apareció jalando las riendas de Ah-Un llegando al árbol donde reposaba el gran demonio. -  No me lo va a creer amito pero esos humanos hicieron un trabajo decente... - decía el pequeño yokai verde. Jaken venía del pueblo humano donde encargaron hacer todos los regalos de Rin, se detuvo una vez llegó al árbol donde su amo estaba. - ¿Ya nos vamos a ver a Rin? - preguntó, su expresión y voz lucían agotados. Fue cansado para el fiel sirviente tener que lidiar con humanos en una aldea llena de ellos. Pero no era la primera vez que lo hacia, y tampoco sería la última por que su amo seguiría comprándole más regalos a Rin y él tendría que ser el intermediario. - ¿Amo bonito? - volvió a preguntar al ver que no tenía respuesta. Notó que su amo tenía la atención en algo más ¿Qué andaba mirando el amo?

- Jaken - la voz profunda del daiyokai exaltó al sirviente. 

- ¿Si amo bonito? dígame... - contesto rápido. Sesshomaru finalmente descendió del árbol haciendo retroceder a Jaken tras su aterrizaje. 

- Esa mujer humana que vez ahí, luce menor que Rin. Pero... parece ya tener una familia... - Decía seriamente el inuyokai. Jaken dirigió su vista hacia la dirección donde su amo miraba. Encontró a una humana que caminaba con un hombre y  un niño. Jaken regresó su atención en Sesshomaru. 

Un año de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora