Capítulo #89

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Josué Arango

Después de que hablé con Alexis, ya no pude hablar con Armando porque tuvimos qué entrar a clase, pero cuando sonó el timbre para salir a receso, salí detrás de él.

—Armando... —le hablé.

—¿M-mande? —muy confundido y nervioso, volteó a verme.

—Quiero hablar contigo, ¿podemos?

—No, si me vas a gritar y a decirme que te engañé, de verdad no quiero escucharte

—No, no es eso. Quiero que me expliques lo que no te he dejado explicarme.

—¿En serio? —me miró con esos ojitos tan hermosos y esa mirada tan bonita y tierna que me tienen encantado desde el día que lo vi por primera vez.

—En serio —asentí.

—Ven conmigo a las banca —agarró mi mano y caminamos juntos hasta sentarnos.

—Ya dime —insistí.

—¿Ahora sí me vas a dejar hablar sin callarme ni gritar y así? —dijo, jugando con sus manitas.

—Te prometo que no te gritaré y te dejaré hablar —dije seguro.

—Como tú bien sabes, una vez choqué con él por equivocación, pero esa vez todo fue normal, nada raro. La segunda vez que lo miré, volví a chocar con él, pero esta vez fue más raro porque él insistía mucho en saber mi nombre. Como pensé que ya nunca lo volvería a ver pues se lo di, pero solo le dije que me llamo Armando, jamás le di mi apellido, ni le dije cual era mi salón y mucho menos mi banco.

—¿Y entonces cómo supo todo eso?

—No sé —negó con la cabeza—. La tercera vez que lo vi fue ese mismo día cuando tú te fuiste de aquí muy enojado.

—Ah, sí —asentí—, fue el día que se besaron y te mordió, ¿no?

—No, no nos besamos, él me besó a mí, me besó a la fuerza. Ese día tú te fuiste sin créeme nada. Yo estaba triste y caminando, entonces fue cuando me encontré con él y me preguntó si me gustaron los regalos. Le dije que no me regalara nada. Luego me acorraló contra la pared y, sin que pudiera evitarlo, me besó a la fuerza —dijo llorando—. Le dije que no me besara, pero él me dijo que nadie le da órdenes y volvió a besarme de una manera tan, pero tan asqueroso. Quería quitarlo, pero él es más fuerte y más alto que yo. Entre esos besos asquerosos, me mordió, pero me dolió tanto. Cuando se fue, lloré porque sentí que de alguna forma te había fallado.

Me quedé analizando en mi cabeza cada palabra que había escuchado.

Un imbécil acosó a mi enano, y yo, en vez de cuidarlo, lo estuve culpando de todo...

Qué mierda.

—¿Y por qué no me dijiste nada?

—Porque tenía vergüenza y miedo. Por eso ese día me negué a besarte porque ese loco hizo lo que quiso con mi boca, y yo no pude impedirlo —tapó su rostro con ambas manos y comenzó a llorar más fuerte—. Yo no sé cómo consiguió mi número ni mi dirección y no sé cómo sabe cosas de mí —quitó sus manos de su cara y me miró—. Dime que me crees, gatito, por favor dime que sí.

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora