Capítulo #39

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Alexis González

Aunque yo era un niño de tan solo trece años, tenía muchísimo estrés en casa: mis papás decían que era mi responsabilidad cuidar a mi hermanita, limpiar la casa y hacer comida, siempre me exigían mucho. Aparte de todo ni siquiera me ponían atención, nunca les preocupé, nunca les importé.

A mi corta edad ya tenía muchísimo estrés, problemas y responsabilidades que no me correspondían.

En la secundaria solo tenía un único amigo: Ramiro Castañeda. Ramiro fue mi amigo durante toda la secundaria, era bueno conmigo y me ayudaba en todo. Solíamos ser buenos amigos, pero jamás había ido a su casa ni él a la mía, no hasta que un día Ramiro me invitó a la suya para hacer una tarea que nos dejaron en parejas.

Estábamos en el comedor de su casa, estudiando. En eso entró un chico vestido con uniforme de fútbol, se trataba del hermano mayor de Ramiro, Iván, quien en ese entonces tenía 17 años. Era un chico alto, flaco, de cabello castaño oscuro y ojos verdes, muy indentico a Ramiro, pero más grande, alto y guapo. Quedé impresionado la primera vez que lo vi porque en verdad era muy atractivo.

Quise ir más veces a casa de Ramiro, con el pretexto de hacer la tarea juntos, pero en realidad lo único que quería era ver a su hermano mayor. Siempre procuraba ir a la hora en la que él llegaba de jugar fútbol porque su uniforme lo hacía ver aún más guapo de lo que ya era.

Todo el estrés que sentía se iba nada más al ver a Iván, verlo me hacía sentir bien. Sabía que era un imposible, ya que era mucho mayor que yo y era hermano de mi mejor amigo, pero me entusiasmaba verlo.

Y así pasaron los días, semanas y hasta un mes; yo viendo a Iván a los lejos, y él sin darse cuenta de mi existencia... O eso creía.

Un día, como de costumbre, fui otra vez a casa de Ramiro, solo que esa vez fui sin avisar. Llegué y toqué la puerta, pero nadie abría. Seguí tocando como por un minuto más, pero seguían sin abrirme, así que pensé que no había nadie. Estaba a punto de irme, hasta que la puerta se abrió,

—Qué onda.

Me quedé helado al escuchar esa voz. Poco a poco me giré para verlo —Ho-hola, Iván—dije con timidez y a la vez muy nervioso.

—Mi hermano no está.

—¿Sabes a qué hora llega?

—La neta no sé. Fue con mi mamá al mercado, y tardan horas ahí.

—Ah, ya veo. Entonces me iré —estaba a punto de dar la vuelta e irme, pero me habló.

—Si quieres puedes esperarlo adentro.

—No creo que…

—Entra niño —me interrumpió—. Puedes ver la tele en lo que yo me cambio.

Aunque Iván me gustaba, sí me daba algo de nervios estar a solas con él, después de todo él era mayor que yo, y yo solo era un niño enamorado.

Después de mucha insistencia de su parte, terminé por acceder y entré a su casa. Me senté en el sillón, e Iván prendió el televisor.

—Si necesitas algo, puedes agarrarlo. Estaré en mi cuarto.

—E-está bien —dije, aun muy nervioso.

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora