Armando Duarte
Pasó como una hora, y Alexis no salía. No quisimos entrar para no interrumpirlo, así que pensamos que lo mejor era irnos.
—Entonces, Armando, ¿te dejo en tu casa? —me preguntó Fer.
—Sí, gracias.
Estábamos a punto de irnos, cuando en eso llegó Alexander, vestido con su uniforme.
—Alex —dijo Fernando, sonriendo—, ¿qué haces aquí?
—Como me dijiste que estabas aquí pues quise venir para acompañarte.
—Ay, gracias —sonrió—. Pero ya voy de salida.
—¿Puedo ir contigo?
—Pues es que primero voy a llevar a Armando a su casa.
—Ah, pues lo dejas y nos vamos.
—¿Quieres? —me preguntó.
Negué con la cabeza porque no quería ir con Alexander.
—¿Entonces cómo te vas a ir?
—Pido un uber y ya. No te preocupes.
—Está bien. Cuídate —se despidió de Josué y después salió con Alexander, dejándonos solos a Josué y a mí.
—¿Quieres que te lleve? —me preguntó.
—No —dije sin verlo—. Ahorita pido un uber y ya.
—Armando, sé que terminamos, pero no me gusta que andes solo por ahí.
—Ya no soy un niñito, Josué. Tengo qué aprender a estar solo, más ahora que sé que lo nuestro no era para siempre.
—No digas eso, Armando, tú sabes que yo hubiera querido seguir contigo, pero es que tú cambiaste mucho, y la neta yo... —se calló.
—Ya no me amas, ¿verdad?
Agachó la cabeza
—No lo sé...
Eso me destruyó.
—Es que has cambiado tanto que, yo no sé si amo a este nuevo Armando. Lo que sí sé es que yo amo a mi niño bonito.
—Es que yo ya no soy ese niño de 12 años que conociste en la secundaria, Josué, y nunca volveré a serlo. Si por eso dejaste de amarme, entonces nunca me amaste realmente —salí, antes de que se me salieran las lágrimas.
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Cuando llegué a casa, ni siquiera saludé a nadie, subí corriendo porque lo único que quería hacer era meterme a mi cuarto, acostarme en mi cama y llorar todo lo que pudiera.
Pensé que el amor de Josué y mío eran para toda la vida, como lo ponían en esas películas de romance o en las princesas de Disney.
Todo el tiempo viví en una burbuja, creyendo que todo era bonito y que el amor era eterno.
Creía que los dulces eran mágicos y quitaban la tristeza.
Creía que el mundo era bueno.
Viví en un mundo de fantasía, mundo que se había destruido por completo y al fin pude ver al mundo real.
El mundo real es malo y me asusta.
La vida es difícil; el amor eterno no existe; la magia menos; y los dulces no dan felicidad.
—Mi bebé...
Quité las manos de mi cara al escuchar la voz de mí mamá. Corrió directo a abrazarme. Yo lloraba más fuerte.
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Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔
Teen FictionCuatro adolescentes con diferentes vidas y diferentes personalidades van a tener que enfrentarse con su familia, con la sociedad y con el mundo entero con tal de defender su amor, y así demostrar que no están equivocados, sino enamorados. ¿Podrán lo...