Capítulo #95

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Armando Duarte

A mi mamá se le ocurrió la genial idea, (y por “genial” me refiero a que es pésima), de hacer un intercambio de regalos. Esto consiste en hacer papeles con los nombres de las personas que estaremos presentes el día de la cena de navidad, poner dichos papelitos en un recipiente o algo, y así cada quien vamos agarrando uno. Esto es al azar y anónimo, es decir, nadie más que uno mismo debe de saber el nombre de la persona a la que le va a regalar.

Como mi mamá invitó al señor Cuellar, a Alexander, a Alexis, a Diego y a Josué, agregó sus nombres.

—A ver, bebé —se acercó mi mamá a mí—, como tú eres el más pequeño, tú empieza.

—Mamá, el menor es Alexis, después le sigue Melanie y luego Alexander, yo vendría siendo el cuarto.

—Me refiero a estatura, mi amor.

Miré como Alexander se burlo. Le hice mala cara.

—Anda, bebé, toma uno —insistió mamá.

No queriendo, metí la mano al recipiente y saqué un papel.

—Recuerda que no le tienes qué decir a nadie, eh —me recordó.

Asentí mientras abría aquel pedazo de papel.

¡No puede ser!

—Lo quiero cambiar —dije.

—No lo puedes cambiar, al menos que seas tú mismo, ¿eres tú?

Asentí.

—Deja lo veo, a ver si es verdad —estiró la mano.

—Ay, ya pues, ni modo —dije rendido.

Mamá siguió pasando con cada uno para que tomaran su papelito.

¡¿Por qué de todas las personas que están aquí me tocó regalarle al peor de todos?!

Ya solo quedaban 5 días para el 24 de diciembre, así que tenía poco tiempo para buscar el regalo que le daría a cierta persona que no me gusta mencionar. Fui a varias tiendas con Josué, buscando algo para regalarle y que le pudiera gustar.

—No hay nada aquí que sea de su “estilo” —dije enfadado.

—Dime quien te tocó, así te puedo ayudar, enano —me dijo Josué.

—Dijo mamá que no podíamos decirle a nadie.

—Si me dices, yo te digo.

—No me interesa saber quién te tocó, Josué, solo quiero buscar lo que yo voy a regalar.

—Si soy yo, puedes regalarme un perfume, ya se está acabado el mío.

—A ti te voy a regalar algo aparte, gatito.

—Yo también a ti, enano —me sonrió—. ¿Qué vas a querer de regalo?

—¡Dulces! —dije entusiasmado.

—No, los dulces te hacen daño, mi niño.

—Entonces no quiero nada —agaché la cabeza.

—Bueno, te voy a regalar dulces, pero solo poquitos, eh.

Me puse feliz y le di un beso.

—Por eso te amo, gatito, tú siempre me conscientes.

—A veces creo que eso está mal.

—No, está bien, está muy bien —sonreí.

El solo se rio.

Seguimos recorriendo la tienda, hasta que miré una chamarra blanca con franjas azules.

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora