Capítulo #80

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Alexis González

Diego se quedó en mi casa y miramos varias películas, hablamos de muchas cosas, nos reímos de casi todo y finalmente él se quedó profundamente dormido en la cama de abajo. Siempre soy yo quien se queda dormido primero, pero esta vez fue él. Creo que estaba demasiado cansado.

Cuando apagué la luz y la tele, por lógica todo se quedó oscuro, lo que me dio miedo. Estaba a punto de prender mi lámpara, pero luego me dije:

—No, Alexis, Iván no va a entrar. Diego está aquí y él te va a cuidar —me acosté, sin prender esa lámpara y me dispuse a dormir, pero no podía hacerlo, no porque sintiera miedo, ese se fue poco a poco, pero estaba pensando en esa carta.

Si ya no le tengo miedo a la oscuridad, ¿por qué le debería de tener miedo a lo que diga esa carta?

Después de pensarlo tanto y de estar bien seguro, con mucho cuidado para no despertar a Diego, me levanté de la cama, fui al cajón en donde había guardado dicha carta y la agarré. Con cuidado salí del cuarto y me senté en el sillón de la sala mientras miraba ese sobre, aún pensando si leerla o no.

Vamos, Alexis, tú eres fuerte.

Tomé el sufuciente valor y comencé a abrir el sobre. Me esperaba encontrar con una carta, y sí la estaba, pero me llevé la gran sorpresa de que no solo había una carta, sino también dinero.

¿Por qué ahora que me abandona sí me da dinero, cuando en 14 años nunca me dio nada?

Quizá en la carta esté la respuesta...

Dejé el dinero a un lado y agarré las dos hojas blancas dobladas, desdoble una y empecé a leerla.

Yo sé que te debes de estar preguntando por qué te escribo ahora si la última vez que hablamos te dije que no nos buscaras, pero hay algo importante que tengo qué decirte.

Primero que nada, sé que en este momento me debes estar odiando, sé que no merezco tu perdón, pero igual quiero pedirte perdón por tantos años que te dejé solo. Sé que una madre debe amar y proteger a sus hijos por encima de todo, pero yo no estaba lista para ser madre, jamás estuve lista para serlo. Tú no tienes culpa de nada, tú eres bueno, eres buen niño, eras buen hijo, buen estudiante, buen cocinero y cuidabas bien a tu hermanita.

No pude evitar llorar mientras leía cada palabra.

Sé que apenas eras un niño cuando te dejamos tanta responsabilidad en tus menos, pero es que siempre fuiste muy fuerte, inteligente, maduro, responsable e independiente, siempre pensé que no necesitabas de nadie, pero ahora entiendo que sí, necesitabas una madre, y yo no pude serlo, yo no pude ser una verdadera madre ni para ti ni para tu hermana.

Cuando me di cuenta que no podía seguir haciéndote daño, me quise ir de tu vida, y así lo hice. Convencí a tu padre de regresar a Nayarit, no fue difícil. Sé que fui y soy una mala madre, sé que no tengo perdón, pero eso fue lo mejor que pude hacer por ti, no quería que siguieras infeliz por nuestra culpa. Dirás que te dejé solo, pero es que, desde que nos mudamos a esa ciudad, por primera vez te miraba sonreír, te miraba feliz, tan feliz como nunca lo estuviste en Nayarit. Ahí entendí que lo mejor para ti era quedarte ahí, rodeando de gente que realmente te ama como nosotros nunca pudimos hacerlo.

Si te preguntas por tu hermana, no te preocupes más, ella está bien, está bien cuidada por una hermana mía, tú tía Nuria. No quise dejarla contigo porque un niño como tú no debe de cuidar de otro niño, eso lo entendí ya. Puedes ir a visitar a tu hermana cuantas veces quieras porque ella vive allá, solo que un poco lejos de donde estás. Al final de está carta te dejaré la dirección de tu tía para que vayas a ver a tu hermana.

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora