Capítulo #50

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Alexis y Josué iban hablando mientras entraban a la prepa.

—Y el doctor le recomendó reposo, es por eso que no vino hoy —terminó de contar Josué.

—Pobre Armando, eso que me cuentas es híper grave —dijo Alexis.

—No se me quitan las ganas de partirle la cara al imbécil ese por lo que le hizo a mi enano.

—Ya te dije, o sea, si quieres golpearlo aquí estoy yo.

—No, esto es algo que tengo que solucionar yo mismo.

—O sea, Josué, la última vez que te miré pelear con el tal Eduardo ese, literalmente casi te mata. Si no llega Diego y lo quita, no sé ni qué hubiera pasado, la verdad.

—Es que me agarró desprevenido.

—Sí, claro —rodó los ojos, riendo.

En eso miraron a Diego.

—¿Le dirás lo de Iván? —le preguntó Josué.

—Sí —asintió.

—¿Y lo de tus padres también?

No pudo contestar eso último porque llegó Diego.

—Hola, mi señorito precioso. ¿Cómo está usted? —dijo sonriendo.

—Los veo en el salón —dijo Josué y se fue.

Alexis no le quitaba la mirada de encima a su novio.

—¿Qué, tomatito? ¿Estoy muy guapo o qué? —alzó las cejas.

—Guapísimo —dijo muy sonriente.

—Usted me hace la competencia, señorito.

—De hecho te gano, pero bueno —Se rio.

—Ah, en eso sí tiene mucha razón, mi amor, usted es bellísimo.

Se sonrojó —¿Podemos hablar de otra cosa, Diego?

—Hablemos de lo que usted quiera, señorito.

—¿Podemos ir a la bancas?

—Después de usted —con las manos le dio a entender que él pasara primero, y Alexis así lo hizo. Se sentaron en una de las banca—. ¿De qué quiere hablar, amor?

—Quiero contarte algo, Diego… o bueno, mas bien quiero contarte toda la verdad sobre mí.

—Lo escucho entonces —le puso atención.

Alexis se veía muy nervioso y se quedó callando, mirando a la mesa y pensando en lo que le contaría y cómo lo haría.

Diego notó el nerviosismo de su novio, así que agarró su mano y le sonrió para tratar de calmarlo —Sea lo que sea que me cuente, tomatito, esto que yo siento por usted seguirá intacto, okay?

Alexis asintió y tomó aire —Tú eres la única persona de la que realmente me he enamorado, Diego, lo sabes, ¿cierto?

Diego asintió.

—Pero… no has sido el único hombre que me ha gustado, ni el único al que he besado... —agarró aire—, ni el único que ha sido mi novio.

Diego no dijo nada, solo lo dejó hablar, sin soltar y acariciar su mano.

—Hace aproximadamente un año, allá en Nayarit, conocí a un muchacho y... —comenzó a sentirse más nervioso.

—No pasa nada, señorito —besó su mano—. Usted continúe, que yo lo escucharé sin interrumpir.

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora