Capítulo #41

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Cuando desperté, me percaté de un olor muy delicioso, como a hot cakes recién hechos. Miré que Alexis no estaba en su cama. Estuve a punto de levantarme para buscarlo, pero entonces entró.

—Qué bueno que ya despertaste, Diego —se sentó en su cama. Estaba vestido con un pants gris y una playera blanca, pero traía un mandil de cocina encima. Se veía hermoso.

—Qué bonito despertar y la primer persona al ver sea usted tan precioso como siempre —sonreí.

—¡Ay, Diego! —se sonrojó.

—Oiga, tomatito, ¿a qué huele?

—Acabo de hacer el desayuno.

—¿Y qué hizo? Huele a hot cakes.

—Tal vez porque eso hice, Diego, ja, ja. O sea, tipo imagínate que huela a hot cakes, y haya hecho hamburguesas, ja, ja, ja —bromeó haciéndome reír. Luego se levantó y estiró su mano para que yo la tomara—. Ya levántate, flojo, que son las once.

Le sonreí y agarré su mano, pero no para levantarme, sino para jalarlo y tumbarlo a la cama conmigo, cayendo arriba de mí.

—Diego, ¿por qué haces eso? Ja, ja —decía riendo.

—Perdone usted, señorito, pero es que no quiero levantarme.

—Ah, pero ayer no te querías dormir.

—Usted se durmió primero que yo, señorito.

—Es que estaba híper cansadísimo, Diego.

—Tiene razón, señorito. Por cierto, gracias de nuevo por lo de ayer.

—Ya no agradezcas, Diego, yo te hice todo eso porque te súper, híper, mega quiero así tipo mil, o sea.

—No me refiero exactamente a la fiesta, aunque también. Digo gracias por hacer de mi cumpleaños un día especial, nunca había estado tan feliz en un cumpleaños. Mucho menos nadie me había besado de esa manera tan bonita como usted lo hizo ayer, señorito.

—¡Ay, Diego! —suspiró, sonrojado.

—¿Sabe cuánto me encanta que diga eso, tomatito? 

—Supongo que súper, híper, mega, ultra muchísimo.

—Todo eso que dijo y más, príncipe —acaricié su rostro—. También me encanta cuando habla así.

—¿No lo encuentras algo fastidioso? Porque la mayoría de personas me dicen que lo es.

—Esas personas están locas, no les haga caso, señorito. Su manera de hablar y de expresarse es una de las principales cosas por las cuales me fijé en usted.

—¿Y por cuál otra cosa te fijaste en mí, Diego?

—Por su sonrisa, por su voz, por cómo se sonroja cuando le digo algo bonito, por la manera en la que se expresa, por sus sentimientos, sus celos, su terquedad, su seguridad, su temperamento, su ternura, su sinceridad al momento de decir las cosas y, bueno, la verdad es que si le digo por todas las cosas que usted me gusta, jamás acabaría de decirlas, señorito.

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora