Capítulo #120

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Un mes después...

En el pasado yo pude soportar todo, pude solo, pude contra todo, pero contra esto no puedo, esto es más grande que yo... El hecho de pensar que mi Ferrer puede nunca despertar o que puede quedar con daños severos, me pone triste, me pone mal y más al saber que tal vez jamás volveré a verlo o que cuando lo haga, él me haya olvidado.

¡Me da miedo! ¡Me da tanto miedo perderlo!

No quiero comer, no quiero jugar, no quiero estudiar, no quiero ver a nadie... Simplemente quiero morir, pero nadie lo entiende, nadie entiende que mi vida ya no vale nada, nadie entiende que amo a Diego y que sin él no puedo.

Diego era quien me cuidaba y me protegía. Yo sé defenderme y yo era quien lo defendía a él siempre, pero Diego me protegía en otro sentido; Diego me hacía fuerte, Diego me hacía sentir seguro, Diego levantaba mi autoestima cada que me sentía asqueroso, Diego era el unico que me ha amado tal y como soy, el único que nunca me ha juzgado por mi manera de ser y hablar, Diego era bueno conmigo, Diego me comprendía, me respetaba y siempre procuraba que yo fuera feliz.

Me arrepentido de todo lo que le dije ese día, no lo merecía, fui malo, fui egoísta, fui grosero y no puedo evitar sentirme culpable. Pienso que por mi culpa, ahora Diego está así. ¿Por que tenía qué decirle eso? ¿¿Por qué??

Yo no quería salir, pero literalmente me obligaron que porque tomar aire me hará bien. Me senté en una banca cerca de donde jugaban varios niños. Se acercó Max, la única persona de este lugar que me caía bien, aunque a veces no porque era muy curioso y preguntón.

—Hola, Alexis —se sentó a mi lado.

—Hi —dije sin ganas.

—¿Quieres jugar?

—Max, o sea, no quiero ser así tipo grosero contigo, pero literalmente todos los días me invitas a jugar a diferentes cosas, y siempre te contesto con lo mismo, ¿no te cansas?

—No —negó—. Espero que algún día me digas que sí.

—No tengo ganas de nada.

—Pero nunca tienes ganas de nada.

—Así soy yo —dije enfadado.

—Ya te dije que aquí todos sufrimos, no tienes por qué ser así.

—Yo soy quien yo quiera ser, y si eso no te gusta, ¡vete! —voltee a otro lado.

Hubo un silencio entre nosotros por algunos segundos, hasta que él volvió a hablar.

—¿Quieres un dulce?

Volteé a verlo. Tenía varios dulces en sus manos.

—¿De dónde sacas eso?

—Los dulces que nos dan, yo los guardo para tener varios. ¿Quieres?

—No, gracias.

—Si comes uno te sentirás mejor; los dulces siempre hacen sentir mejor

Me recordó a Armando...

—Tengo un amigo que dice eso mismo.

—Deberías de hacerle caso, así serías menos sangrón.

Rodé los ojos

—No te molestes, es que desde que llegaste quiero ser tu amigo, pero tú eres muy sangrón.

—Lo siento, Max, no eres tú, o sea, soy yo que no quiero hablar ni ver a nadie. Pero en verdad me agradas.

—¿Entonces sí somos amigos? —sonrió.

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora