Capítulo #36

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Caminaba por toda la escuela, buscando a Diego. Creí que aún no había llegado porque no lo encontraba por ningún lado. Al que sí miré fue a Josué.

—¡¡Hey, Josué!! —le grité.

Volteó a verme, pero no se miraba para nada bien.

—¿Te pasa algo? ¿Tienes problemas con Armando?

—No, con mi enano todo bien.

—Puedes contarme lo que sea, ya sabes.

—Lo sé, pero neta no es importante.

—¿Quieres estar solo? Porque si es así, puedo irme.

—Pero no quiero. No sé, pero de alguna manera, tu forma de ser me alegra un poco. Mejor cuéntame, ¿cómo está todo con Diego?

Sonreí al recordar lo que sucedió el día anterior —O sea, gracias a ti, todo está súper, híper, mega genial —dije feliz.

—¿A mí?

—No te hagas, Josué, o sea, yo sé que tuviste algo que ver en el cambio de parejas en educación física.

—Tal vez un poco —sonrió.

—Eres un súper, mega gran amigui.

—Tú también lo eres, Ale.

Le sonreí —Oye, ¿puedo hablar contigo sobre otra cosa?

—De lo que quieras.

—¿Tú cómo te diste cuenta de lo que sentías por Armando?

—Aunque no lo reconocía, en el fondo siempre supe que estaba enamorado de Armando. Cuando me di cuenta bien, fue cuando casi lo pierdo, cuando ya no lo tenía cerca y me hacía falta. Extrañaba su sonrisa, su mirada, su voz, su ternura. Nunca me di cuenta antes porque se me hacía normal tenerlo cerca, pero el día que no fue así me di cuenta de que lo necesitaba, incluso más de lo que yo mismo me imaginaba. Pero bueno, ¿por qué me preguntas eso?

Recordé que yo me sentí exactamente igual cuando le dejé de hablar a Diego por un mes. Lo extrañaba mucho, me hacía falta todo de él.

¿Él se habrá sentido igual?

—Ale... —Josué me hablaba, pero no le hice caso por estar tan metido en mis pensamiento—. Ale —tocó mi hombro.

—¿Mande? —lo miré.

—Te estoy hablando, wey.

—Ah, ¿qué pasó?

—¿Por qué me preguntaste eso?

—Ah, pues... nomás, quería saber, o sea, simple curiosidad.

—Ah, bueno —sonrió—. Oye, tengo qué buscar a mi enano. Te veo en el salón, ¿va?

—Sí, claro —asentí.

Cuando él se fue, casi en ese mismo instante, llegó Fernando.

—Hola, Alexis —saludó.

—Hola, Fer.

—¿Cómo has estado?

—Muy bien, gracias, ¿y tú?

—Muy bien, pero ahora que te estoy viendo, estoy mucho mejor —sonrió—. Antes no lo había notado, pero tienes una cara y mirada encantadoras —se acercó.

—¿Por qué me dices esas cosas? —pregunté extrañado.

—Porque eres muy lindo.

Cuando Diego me dice ese tipo de cosas, casi de inmediato me ruborizo, siento mariposas y cosas bonitas, pero con Fernando eso no pasaba, más que sentir algo así, me sentía incómodo.

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora