Capítulo #53

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Diego Ferrer

Fui directo al salón de clases, en dónde miré parado a mi tomatito.

—¡Tomatito! —dije muy feliz, abrazándolo y levantándolo del suelo, dándole vueltas en el aire.

—Diego, ¿qué te pasa? —decía riendo.

Lo solté y lo miré a la cara, aún muy feliz —Perdone, señorito, es que estoy muy feliz —dije sonriendo.

—¿Y eso por qué?

—Porque ya le acabo de contar todo a mi mamá sobre nosotros.

—¿En serio? —dijo sorprendido—. ¿Y qué te dijo?

—Al inicio como que no le cayó muy bien cuando le confesé mi bisexualidad, pero al final me aceptó, a mí y a mi relación con usted. Incluso me pidió que lo llevara hoy a comer a la casa.

De repente quitó su sonrisa.

—No se preocupe, no comerá nada de pescado, ni brócoli, ni nada de eso que no le gusta.

—No, no es eso, Diego.

—¿Entonces qué es?

—Pues debiste preguntarme primero si yo quería ir.

—¿No quiere?

Negó, moviendo su cabeza hacia a los lados.

—Creí que la idea le agradaría, tomatito.

—No es que no me agrade, sino que pues… o sea, yo soy muy diferente a tu familia, Diego. 

—¿A qué se refiere con eso?

—O sea, sé que no me van a aceptar por el simple hecho de vivir en dónde vivo.

—Mmmmh… no le entiendo, señorito —me rasqué la cabeza, muy confundido.

—Yo vivo en una casa pequeña, Diego, no en una mansión como tú. No vengo de una familia con dinero como tú. Tus padres son empresarios, reconocidos y con millones en sus cuentas bancarias, y mis padres ganaban tres mil a la quincena. Yo no nací en cuna de oro como tú sí, Diego, yo me crie en un pueblo pequeño, en dónde se vive al día y se trabaja duro.

—Eso a mí no me importa, tomatito, para mí no es importante si tiene o no dinero, yo lo amo por quién es usted, lo demás sale sobrando.

—Yo sé, tú me amas como soy, de eso estoy seguro, pero tus padres no permitirán que su único hijo esté con alguien que no tiene ni un peso.

—Pues no me importa lo que digan, no les pediré permiso. Si mi familia no lo quiere aceptar porque no tiene dinero o por lo que sea, igual yo seguiré con usted, es mi vida, no la de ellos.

Sonrió de oreja a oreja y con sus brazos rodeó mi cuello —Por eso te amo, Diego Ferrer, te híper, mega amo tantísimo, jamás me cansaré de decírtelo.

—Yo lo amo el doble, mi amor.

—Y está bien, vayamos con tu mamá.

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora