Capítulo #103

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—¿Qué hiciste? —me preguntó en voz baja mientras se ponía la sudadera.

—Nada Iván, te juro que nada —dije con miedo.

Enojado, me agarró del cuello.

—¡¿Y cómo mierda me encontraron?!

—T-te juro q-que no tengo idea —apenas podía hablar.

—¡¡ABRA DE INMEDIATO!! —gritaron de afuera.

Iván me soltó y, nervioso, abrió un cajón, del que sacó un arma.

—¡A mí solo me agarran muerto! —se puso la capucha y salió por la ventana.

A los pocos minutos entraron los policías, quienes me miraron sin camisa y con el pantalón desabrochado.

—¿Alexis González? —me preguntó uno de ellos. Yo no dije nada, solo asentí—. Aquí está el menor, pero el acusado escapó, repito: el acusado escapó. Rodeen el edifico —dijo por su radio—. No tengas miedo —me dijo—, estamos aquí para ayudarte. Nos encargaremos de que él no se te acerque más, okay?

Yo solo asentí, algo confundido por la situación.

Mientras ellos revisaban el lugar, yo me puse mi playera, mi sudadera y abroché mi pantalón. Después me sacaron de ahí, haciéndome varias preguntas.

Yo seguía muy confundido por todo lo que pasaba, no entendía nada, sobre todo no sabía qué hacían ellos ahí y cómo me encontraron.

Esa confusión aumentó cuando salí y miré a la señora Galia y al señor Raúl, pero al mismo tiempo me alegré mucho y corrí a abrazarlos.

—¡Pequeño! —la señora Galia besó mi cabeza—. Estás bien, estás bien —me soltó y puso sus manos sobre mis hombros—. ¿Qué te hizo ese desgraciado, mi niño?

—Nada, no me hizo nada. Los policías entraron justo cuando estaba a punto de hacerme daño como antes.

—Ay, pequeño, no sabes la angustia tan grande que sentí al enterarme que estabas en peligro —acarició mi mejilla.

—¿Y ustedes cómo se enteraron?

—Eso no importa, campeón —dijo el señor Raúl—. Lo único importante es que tú estás bien.

—¿Les importo mucho de verdad? —pregunté con lágrimas es los ojos.

—Como no tienes una idea, mi niño campeón.

Los dos volvieron a abrazarme. Con ellos me sentía protegido y querido.

¿Así se ha de sentir tener padres que sí te quieran y les importes? Por 14 años nunca supe lo que era o cómo se sentía tener padres que se preocuparan por mí, pero creo que ya lo sé.

—¡Alexis!

Esa voz...

Solté a los señores Galia y Raúl, para ver si quien me hablaba sí era mi Ferrer; y sí, ahí estaba él, tan guapo como siempre. Sin dudarlo un segundo, corrí a abrazarlo.

—¡Mi tomatito bonito! —me abrazó muy fuerte, así como si no nos hubiéramos visto en años. Luego me soltó y agarró mi cara con ambas de sus manos—. Dime que ese psicópata no te hizo daño, ¡dímelo por favor! —juntó su frente con la mía.

—No, no me hizo nada porque en ese momento llegó la policía.

—¿Y dónde está él? ¿Lo agarraron?

—No, escapó por la ventana.

—¡Maldito! —exclamó con molestía—. Perdóname por no cuídate y por irme así. Perdóname por dejarte solo, mi amor, perdón —decía con lágrimas en los ojos.

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora