Capítulo #113

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A Fernando se le ocurrió llevar a Alexander a una feria. Alexander miraba a todos lados, como sin poder creer que estaba ahí.

—Alex, ¿te pasa algo? —preguntó Fernando.

—¿Me creerías si te digo que jamás he venido a una feria? —seguía viendo todo a su alrededor.

—¿Y eso por qué?

—Yo siempre quise, pero mi papá nunca tenía tiempo para traerme, y mi mamá pues... ella enfermó cuando yo tenía apenas 6 años...

Fernando notó la tristeza con la que Alexander se expresaba, así que para calmarlo, agarró su mano.

—No pienses en esas cosas. Hoy es un día para divertirnos —le sonrió.

Alexander también le sonrió y después se fueron corriendo a comprar boletos.

El primer juego al que se subieron fueron los carritos chocones. Ambos se divertían y reían mientras chocaban con otras personas o con ellos mismos.

—¿Ahora a cuál te quieres subir? —le preguntó Fernando cuando ya habían bajando de aquel juego.

—¡Ven! —la agarró de la mano y lo jaló al puesto del juego de dardos y globos.

—¿Lo has jugado? —preguntó Fernando.

—No, te digo que nunca he venido, pero en mi casa tengo un juego de dardos y juego casi todos los días. Supongo que esto no será tan difícil.

Fernando solo le sonrió y Alexander comenzó a jugar.

—¡Lo haces genial! —dijo Fernando al ver como Alexander reventaba cada globo que tocaba con los dardos—. ¡Ganaste! —aplaudió.

—¿Lo dudabas? —lo miró victorioso y sonriente.

El señor del puesto le dijo a Alexander que eligiera su premio, los cuales eran peluches de diferentes animales.

—Elige uno —le dijo él a Fernando.

—No puedo, es tuyo, tú lo ganaste.

—Pero tú me trajiste acá, así que elige tu premio o se lo doy a alguien más.

Fernando sonrió, volteó a ver los peluches y pensó por unos momentos cuál quería.

—El delfín —señaló.

El señor le dio el delfín a Fernando, ambos le dijeron “gracias” y siguieron caminando.

—¿A dónde quieres ir ahora? —preguntó Alexander.

—Al de las tazas voladoras —señaló.

—¡No! —se detuvo—. Eso se escucha y se ve —apuntó— peligroso.

—No va a pasar nada, Alex —jaló a su amigo de la mano y se fueron corriendo a dicho juego. Fernando le dejó su delfín al encargado del juego y luego subieron a una de las tazas—. ¿Estás listo? —preguntó mientras les ponían la seguridad.

—Más o menos... —movió su mano.

—¡Agárrate bien! Que se siente feo.

Eso asustó más a Alexander, pero no pudo decir nada porque el juego comenzó. Fernando reía muy divertido, Alexander también reía, pero de nervios y miedo al salir volando.

Cuando bajaron de las tazas, Alexander estaba mareado, pero Fer lo agarró.

—¿Estás bien? —lo tocó del brazo.

—Sí... es solo que... eso me mareó horrible —tocó su cabeza.

—Te compro un agua —lo llevó a un puesto en donde vendían aguas, refrescos, botanas, dulces. Compró dos botellas de agua, una para él y la otra para su amigo. Alexander se la bebió casi toda de un solo trago—. ¡Wow! Ja, ja —dijo sorprendido.

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora