Capítulo #9

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 Josué Arango

—¿Te diste cuenta que durante toda la clase, Fernando te estuvo mirando? —le pregunté.

 —La verdad no —respondió Armando.

—Claro que te estuvo mirando, hasta te mandaba indirectas, te dijo hace rato que estás lindo y que...

—¿Y eso qué? —interrumpió.

—Que tú le gustas. 

—Ya lo sé, me lo dijo hace ya unos días.

—¿Y tú qué le dijiste?  

—Le dije que a mí no me gusta. Yo sólo lo veía como un amigo, pero ahora me incómoda con todo lo que me dice, y cuando se me acerca no me gusta.

—¿Neta no te gusta?

—Ya te dije que no, Josué.

—No me gusta que te mire ni que se te acerque.

—¿Por qué? 

—Porque no, no me gusta… Tú eres mío —agarré su manita.

—Y según tú, el celoso soy yo, ¿verdad?

—No son celos, solo que no quiero que te confunda, enano.

—No te preocupes, Josué… Yo sé bien lo que quiero.

—¿Y qué es lo que quieres?

—Pues... yo quiero... —se acercó a mí.

—¿Qué, enano? —también me acerqué—. ¿Qué es lo que quieres?

—Quiero... —tocó mis labios con los suyos.

—Dime… dime qué quieres, mi niño —cerré mis ojos.

Nos acercamos tanto que nuestras narices y respiraciones se juntaron y nuestros labios hicieron contacto. Nos quedamos así por unos segundos, sintiendo la respiración, los labios, el aroma y la piel del otro. 

Dios… muero tanto por besarlo… Tengo qué hacerlo, tengo qué sentir esos tiernos labios sobre los míos… necesito sentirlos. 

Al fin nuestros labios se juntaron, uniéndose así en un tierno, cálido, lento y dulce beso.

* * *

—Arango... —me habló el profesor, pero yo estoy completamente dormido en mi pupitre—. ¡¡ARANGO!! ¡¡DESPIERTE YA!!

—¿Q-qué? ¿Qué pasó? —desperté de golpe y muy asustado por los gritos del maestro.

—¡En mi clase no quiero que se andén durmiendo! —dijo enojado—. Mejor descanse bien en la noche, Arango.

—Ah... —me senté bien mientras tallaba mis ojos—, era un sueño.

—Quién sabe qué cosa ande usted soñando con Duarte —señaló a Armando.

—¿Q-qué? —digo sorprendido.

¿Cómo lo supo?

—Dormido dijiste el nombre de Armando —me dijo Diego.

—¡¿QUÉ?! —grité más sorprendido y avergonzado a la vez.

—¡Por favor salga de mi clase! —ordenó—. Y si quiere dormir, vaya al baño y continúe allí con su sueño —regresó a su escritorio.

Me levanté, tomé mis cosas y, muy avergonzado, salí corriendo sin ver a nadie, ni siquiera a Armando.

* * *

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora