Capítulo #105

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En el hospital estaban Armando, Galia, Alexis, Diego, Raúl y la familia de Josué.

Lo último que les dijeron a sus padres fue que la bala había quedado adentro de su abdomen y tenían que llevarlo al quirófano para lograr extraerla lo antes posible. Los señores firmaron un consentimiento para que los doctores hicieran su trabajo

Desde entonces, las horas pasaban, pero nadie salía a dar información sobre Josué. Ya todos estaban desesperados por no saber nada de él, sobre todo sus padres y Armando.

—¿Familiares del paciente Josué Arango Navarro? —preguntó un médico, entrando a sala de espera.

Al oír el nombre de Josué, todos se acercaron al doctor, sobre todo sus padres.

—Doctor, yo soy su mama, ¿cómo está mi hijo? —dijo Elena, preocupada.

—Como les comenté antes, señores, el estado de su hijo era critico, llegó inconsciente y perdió mucho sangre. Por suerte la bala no le causó daño severo en su organismo y logramos extraerla. Aun está en recuperación y sigue muy débil, pero ya está fuera de peligro.

Todos se alegraron al escuchar esa gran noticia.

—¿Y podemos pasar a verlo? —preguntó Elena.

—Claro, pero solo una persona a la vez. Solo les digo que ahorita está dormido.

—No importa, doctor, yo solo quiero verlo, necesito ver a mi hijo.

—Acompañeme —el doctor y ella se fueron.

—Mamá —Armando volteó a ver a Galia—. ¡Mi gatito está bien! —dijo feliz.

—Sí, bebé —sonrió—. Josué es muy fuerte.

—Sí, mi gatito puede contra todo —dijo sonriendo.

—El amor que siente por ti es lo que lo hizo luchar.

Aun sonriendo, abrazó a su mamá.
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La señora Elena entró a la habitación ,en donde estaba su hijo. Josué estaba acostado y dormido en una cama y con aparatos conectados a él.

—Ay, mi niño —dijo llorando y tocando su mano—, no quiero ni imaginar cómo me pondría si algo peor llegara a sucederte —acarició su rostro—. Tú y tu hermana son el regalo más grande, sagrado y perfecto que Dios me ha mandado, pero lamentablemente no pude cuidarte como tenía qué hacerlo; dejé que tu padre te corriera de la casa, te dejé solo durante meses y en tu cumpleaños no te hice ni una llamada. En el fondo yo sé que tengo cierta culpa de lo que te pasó, porque yo me gané que no me tuvieras confianza para decirme que alguien quería hacerte daño, mi obligación como madre era y es protegerte. He hecho las cosas mal, pero si algo es real es que te amo, hijo, te amo tanto —seguía llorando mientras con una de sus manos acariciaba su rostro y con la otra sostenía su mano.

En ese momento, Josué movió su mano y, muy lentamente, abrió sus ojos.

—Josué, hijo, ¿estas bien?

Cuando Josué abrió bien los ojos, al principio miró todo borroso e iluminado, pero cuando su vista se enfocó, miró a su mamá, pero no tenía idea de donde estaba ni qué pasaba.

—¿Dónde estoy? —preguntó confundido y con voz débil.

—En el hospital, hijo, alguien te disparó.

Se quedó pensando y comenzó a recordar todo lo último que vivió.

—¡Armando! —gritó Josué y se trató de levantarse, pero no pudo por el dolor de la cirugía.

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora