ESPECIAL DE SAN VALENTÍN

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*5 AÑOS DESPUÉS DE SU BODA EN PARÍS*

Colocaba mis manos en mi espalda trantando de estirar mi columna. Este embarazo me estaba maltratando demasiado. Los pequeños eran grandes y no me dejan descansar con sus constantes movimientos.

Amaba la sensación de vida dentro de mí pero sinceramente quería que ya salieran. Por lo menos ya no tenía nauseas, ya solo era mucho cansancio.

El horno emitió un sonido y me apresuré a sacar la carne para la cena. Me costó agacharme y me costó enderezarme nuevamente sin apoyo ya que mis manos estaban ocupadas.

– Deja eso, Alex. – Michelle se apresuró a quitarme de las manos la cacerola. – Tienes que descansar, niña, no estás en condiciones de ajetrearte mucho.

– Me siento como una inútil. – Mi suegra ha estado cuidando de mí estas últimas semanas desde que mi obstetra pidió que repose. Tuve amenaza de parto prematuro, por suerte solo eran contracciones y no hubo ruptura de membranas. El tratamiento fue eficaz pero el descanso fue la primera orden del médico.

– Nada de eso. Para eso estoy aquí, para cuidar de ti y mis nietos.

– Si tan solo pudiera trabajar…

– Ni se lo menciones a Josh. – Sabía exactamente cómo reaccionaría Josh si le decía la idea.

Josh me había obligado a pedir una licencia por mi condición aunque traté de convencerlo que solo daría consulta y estaría prácticamente todo el día sentada. Cada vez que quería tocar el tema terminábamos enfadados y peor aún lograba hacerme sentir culpable porque él solo se preocupa por mí y nuestros niños.

– Me siento inútil, me siento como un estorbo y me siento horrible. – Las lágrimas empezaban a picar en mis ojos.

Ninguno de mis anteriores embarazos me había sentido tan deprimida como en este. Me sentía una completa inútil porque ni siquiera podía cuidar de mi esposo y mis niños, aunque amaba a mi suegra no era correcto que fuera ella quién se haga cargo de MI HOGAR.

La dejé sola en la cocina porque no quería que me viera llorar. De la forma más rápida que pude moverme me apresuré a mi habitación y cerré la puerta.

Me dejé caer contra la puerta mientras las lágrimas inevitablemente rodaban por mis mejillas. Dos golpes en la puerta. – Alex… ¿Estás bien?

– Lo estoy. – Dije lo más serenamente posible. – No quiero cenar, solo me iré a dormir.

– No es bueno que no cenes.

– Solo quiero dormir, por favor, Michelle.

Debió notar que no daría mi brazo a torcer. – Esta bien, cualquier cosa que necesites, llámame.

Me quedé ahí un momento más, con el rostro escondido entre mis piernas. Mi postura disminuía el espacio para mis pequeños que no tardaron en retorcerse dentro de mí.

Ni siquiera había pensado en ellos. Soy una mala madre.

Logré ponerme de pie y decidí dormir. Me quite la ropa que usaba, ya nada me quedaba, todo eran pantalones y camisetas deportivas anchas, muchas ellas de Josh, pero eran lo único que podía ponerme.

Me miré al espejo. Mi piel de mi rostro estaba llena de manchas, mis senos se desbordaban de mi sujetador, mi vientre enorme estaba lleno de estrías que parecía en cualquier momento se rompería. Dichas manchas blancas habían invadido mis muslos y mi trasero.

Era un completo desastre, estaba horrible, eso explicaría porque Josh ya no quiere hacerme el amor. ¿Quién podría desearme?

Ya no quería llorar, siempre que lloraba tenía luego jaqueca y por mi embarazo no podía tomar la medicación que me calmaba. Me vestí y me metí bajo las mantas tratando de dormir aunque era demasiado pronto para ello.

Un Enredado Amor  (Josh Hutcherson) EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora