CAPÍTULO 70

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Tenía prevista mi estrategia. Después de planearlo por muchos días, lo hacía cuando no estaba acechándola. Muy acosador lo sé pero era inevitable.

Sabía cada movimiento de cada día de su semana. Era una rutina que muy pronto alteraría.

Noté que pasa mucho tiempo sola. Su novio viaja mucho y sus amigos, Santiago y Fernanda, Trabajan duro.

Ahora mi plan. En realidad tengo 2 pero dado lo desesperado que estoy hoy la abordaré en su trote matutino de los sábados. Es el único día que puedo porque su troté de miércoles lo hace con su novio y el del viernes con Alyson o con ese pequeño que parece que la sigue como un pollito a una gallina.

Lo sé. Sigo celoso del chico. Patético.

Ella empezó a correr por los senderos. Sabía que se adentraría a la zona que llega al pequeño arroyo. Son como 3 kilómetros, muy pocas personas van por ahí.

Luce una camiseta de tiras ceñida a su cuerpo y una licra que llega a sus rodillas. Como siempre. Odia el calor por eso busca la menor cantidad ropa. Sonrío al darme cuenta que no ha cambiado.

La sigo a una distancia segura. Ella se concentra en su trote que no es muy rápido. La escucho tararear canciones que escucha a través de sus audífonos.

Cuando llega al arroyo se sienta en una piedra junto a este y empieza a respirar. Dejando de lado sus audífonos se acomoda en el suelo para realizar estiramientos. Luego de un momento la veo ponerse de pie y sujetarse de uno de los árboles.

Creo que ha llegado mi momento. Empiezo a avanzar hacia ella. Cuando solo falta unos pasos me doy cuenta de que algo no está bien. Escuchó su respiración superficial  y la veo aferrarse al tronco del árbol y es cuando grito su nombre que la veo desplomarse contra el suelo.

El pánico me atraviesa cuando llego a ella. La tomo por los hombros y la sacudo pero no responde. Recojo sus cosas, las pongo en mi bolsillo y levanto su cuerpo en mis brazos.

Gracias al cielo estuve aquí y puedo ayudarla. No quiero ni imaginarme que hubiera sucedido si estaba sola. El camino es largo de regreso a la parte poblada del parque. Cuando llego ahí rápidamente hago parar un taxi quien nos lleva al hospital más cercano.

En el camino llamo a una amiga de mi mamá que trabaja ahí para que tenga todo preparado. Lo que me preocupa es que aún no recupera la conciencia.

No le puede pasar nada malo. No a ella.

Cuando llegamos a Emergencia del hospital me ayudaron a colocarla en una camilla y empezaron a ingresarla.

- Josh – me llamó una voz conocida. Tuve que parar para hablar con ella mientras tanto las enfermeras se llevaban a Alex. Sentí inmediatamente un dolor físico por dejarla.

- Tía Jules – ella me abrazó.

- ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Quién es ella? ¡Podrías explicarme! – me dijo en un tono mandón maternal.

- Ella es mi exnovia. Estaba haciendo ejercicio y se desmayó. Tienes que curarla. Lo que sea que tiene – ella me invadió de preguntas sobre cómo pasó, hace que tiempo ocurrió, si se golpeó su cabeza cuando cayó. Trate de responder de la mejor manera posible pero estaba desesperado por verla y comprobar que está bien. – Tía, necesito que ella no se entere quien la trajo aquí.

- ¿Por qué?

- Bueno… es que… no quiero que se enteré de que estaba siguiéndola.

- ¿Qué mierda, Josh? Eso lo sabrá, Michelle.

Ante la mención de mi madre no pude evitar temblar – Tía Jules, yo amo a esa chica. Hoy iba a tratar de recuperarle y cuando me acerqué se desmayó. No quiero que piense mal de mí. Solo quiero una página en blanco para tratar de nuevo.

Un Enredado Amor  (Josh Hutcherson) EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora