EPÍLOGO

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- ¡JOSH! – gemí de dolor.

Me costó mucho sentarme, el dolor había ido en aumento todo el día. Definitivamente estas no eran contracciones de Braxton Hicks** y el dolor en mi espalda se volvió insoportable.

- ¡JOSH, DESPIERTA! – Necesitaba ir al médico urgentemente, por suerte había llegado a la semana 36 de gestación, es mucho más de lo que otras madres han logrado.

- Mmmm Hmmm – Susurró entre sueños así que seguí sacudiéndolo. - ¿Qué sucede?

- Es hora, Josh. – El miedo de que algo malo sucediera empezó a filtrarse en mí.

- ¿Hora de qué? ¿Ya amaneció?

Maldita sea. No era como en novelas cuando el chico sabía perfectamente que era lo hora de que sería padre. – Josh… YA VAS A SER PADRE, MALDITA SEA. – Grité porque una contracción me atravesó.

Se levantó de un brinco prácticamente cayendo de la cama. - ¿ESTÁS BIEN? ¿LLAMO AL MÉDICO? ¿TE LLEVO AL HOSPITAL? RESPIRA PROFUNDO, LO TENGO CONTROLADO, TODO ESTA BIEN.

– HAZ EL FAVOR DE CALMARTE. – Gemí, por suerte la contracción estaba pasando. Calculé el tiempo y tenía una frecuencia de 4 contracciones en 10 minutos, estaba entrando en fase activa. – Estoy bien, solo llama al médico y dile que vamos en camino, que tengo 4 contracciones en 10 minutos con intensidad de 2 cruces y duración de 30 segundos, aún no rompo membranas, el entenderá todo eso. Y luego llama a mi mamá y tú mama y diles que es hora.

- OK, OK. – Empezó a correr hacia la puerta.

- ¡JOSH!

- ¿Qué? ¿Te duele? – Preguntó angustiado.

- Ponte algo de ropa. – No pude evitar reír en medio de toda esta locura. Se veía tan lindo nervioso.

Vio su cuerpo desnudo y se apresuró a vestirse. Nos habíamos acostumbrados a dormir sin ropa, mucho más yo que me sofocaba fácilmente por el embarazo. Siempre tenía un vestido ligero y una bata junto a la cama por cualquier circunstancia.

Lo vi correr fuera de nuestra habitación con el celular en la oreja.

Tomé una respiración profunda cuando vino otra contracción, era todo lo que podía ser. Rezaba internamente para que todo saliera bien. Y Si corría con suerte llegar a la clínica antes de que rompiera membranas, eso daría tiempo para que el obstetra tome decisiones.

Mi madre y mi suegra atravesaron la puerta rápidamente. Michelle se dirigió a mi armario para tomar la pequeña maleta que teníamos preparado con todo lo necesario para mi estadía en la clínica. Mi madre vino a mi lado para ayudar a vestirme.

No fue tan difícil ponerme de pie, en cierta forma alivió el dolor.

Ambas tenían rostros preocupados pero actuaron con tranquilidad a colocar mi bata y dirigirme hacia el auto que Josh, mi padre, el padre de Josh y Connor tenían listo.

Josh había conseguido una Minivan para poder movilizarnos cuando fuéramos varios. Aún no la había estrenado y esta era una gran ocasión.

Habíamos conseguido una casa a las afueras de Denver e inmediatamente luego de casarnos empezamos con la remodelación convirtiéndola en nuestro nuevo hogar.

Era una gran casa, teníamos que contratar ayuda para la limpieza, pero al mismo tiempo se sentía acogedora, probablemente era el calor de un hogar. Estábamos rodeados por enormes jardines, desde el cerramiento teníamos que recorrer unos 200 metros para llegar a la entrada principal, y por atrás se extendía un gran espacio verde que llegaba hasta un pequeño arroyo, incluso había un pequeño bosque.

Un Enredado Amor  (Josh Hutcherson) EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora