CAPÍTULO 63

1.7K 60 8
                                    

*3 MESES DESPUÉS*

Sentí unos labios sobre los míos. Sonreí.

Amaba despertar con ella a mi lado, luego de soñar con ella. Mi vida estaba llena de ella.

- ¿Alguien despertó de buen humor hoy? – y ahí estaba. Volví a la realidad cuando reconocí esa voz. No era Alex. Esta era mi realidad.

Frote mis ojos con mis puños para que se acostumbraran mejor a la luz. Ahí estaba Claudia desnuda sobre mí. Estábamos envueltos por las sábanas de su cama.

Había venido a visitarla en Madrid y como lo más natural de una pareja terminamos durmiendo juntos y como cada mañana luego de que teníamos sexo me sentía como la mierda.

Ella se acercó más y me besó. Le correspondí.

Ella era una buena chica. Era hermosa, era cálida, humilde, especial. Pero no era Alex. Nunca nadie sería ella y de alguna manera por fin estaba entendiendo.

Pero eso no quería decir que había logrado sacarla de mi corazón. Ella siempre sería dueña de esa parte de mi vida, pero de alguna manera tenía que seguir.

Le enviaba miles de mensajes, de canciones, pero nunca me respondía y eso me dañaba a un más. Sabía que los leía, el bendito whatsapp me lo decía y eso era aún peor.

Sabía que tenía a Darío. Sabía que había salido adelante, pero yo seguía siendo masoquista, seguía buscándola a pesar de que acepté el hecho de que no volvería. Ella ya había reconstruido su vida como me dijo que lo haría y sabía que algún momento tendría que decirle adiós, pero me negaba a dejarla ir sin que sepa todo lo que siento.

Salí a pasear con mi novia. Mañana estaría de regresó en Los Ángeles con ella. Esa era nuestra relación que de cierto modo me agradaba no tener que fingir todo el tiempo que estaba a gusto con ella a mi lado porque no era así. Me sentía un maldito manipulador. Pero ahora ella vendría conmigo por unos días.

Cuando llegamos a mi departamento empecé a desempacar antes de meterme a dormir en la cama. Claudia se instaló en la habitación de huéspedes. No le había gustado la idea pero le dije que solo quería que dejara ahí sus cosas. Le aseguré que dormiríamos juntos.

Lo haríamos, pero no en mi cama. No en donde había compartido con Alex, donde habíamos hecho el amor por última vez. Claro que eso no le dije a mi novia.

 Abrí uno de mis cajones para guardar mis camisas y encontré algo que me trajo recuerdos dolorosos.

Su ropa.

La tomé en mis manos y la acerqué a mi rostro. Aún tenía su aroma, esa fragancia que extrañaba. Volví a guardarla antes de que las lágrimas y los sentimientos oscuros me envuelvan. Ya estaba cansado de sufrir, de llorar y de lamentarme. Nada solucionará lo que pasó, podría lamentarme todo lo que quisiera pero nada me haría recuperarla.

Me tumbé en mi cama y estire mi mano hacia el pequeño cajón alcanzando ese pequeño anillo. Lo tomé con delicadeza y me puse a inspeccionarlo. Le había hecho millones de promesas, había planeado un futuro juntos y las circunstancias dañaron lo más bonito que había tenido en mi vida.

Infinito. Era la cantidad de amor que sentía por ella.

Claudia entró en mi habitación vestida con su muy ligera pijama. Coloqué el anillo rápidamente en su lugar de nuevo. Ella no lo notó y se deslizo sobre mí empezando a besarme.

Quería perderme en sus besos, quería con todas mi fuerzas amarla y poder hacerle el amor. Pero sabía que no podía. Era sexo.

De algún modo salimos de mi habitación y terminamos en la de visitas. Me dejé llevar por sus caricias y nuestra ropa terminó en el piso. Nuestros gemidos rompieron el silencio cuando recorríamos el camino al éxtasis.

Un Enredado Amor  (Josh Hutcherson) EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora