CAPÍTULO 65

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*9 MESES DESPUES*

- No puedo creer que estemos aquí – dijo Fernanda metiendo la última caja a nuestro nuevo departamento.

-Pues créelo rubia – dijo Santy abrazándola desde atrás – Estaremos aquí por un largo tiempo.

- Extraño mucho a nuestra pequeña – dijo mi amiga – estoy feliz de estar aquí y sé que es por una buena razón pero dejar  a mi pequeña me rompió el alma.

Peter nos había encontrado un departamento cómodo muy cerca a nuestras universidades. Estábamos mudándonos porque en apenas 3 días empezaríamos todos nuestros posgrados y maestrías.

Gracias al dinero que me dejó Kristin pude pagar mi posgrado sin deudas como tenía planeado hacerlo y también el de mis amigos. Santy y Fer se negaron pero tuve que buscar maneras de convencerles. Como me nombraron la madrina de Ana me valí de eso para asegurarles que sería lo mejor para el futuro de su pequeña si ellos estudiaban. Ofrecieron pagarme todo algún día, les dije que aceptaría eso si ellos aceptaban mi ayuda ahora. Los 3 íbamos a Harvard.

En cuanto a Darío él consiguió una beca para su maestría en Ingeniería y Arquitectura en la Universidad de Boston. Estoy tan feliz de que todos estemos aquí.

- Tranquila, el tiempo pasará volando. Parece que recién fue ayer cuando nos graduamos de la preparatoria.

- Ya verán que mi pequeña sobrina estará muy bien sin ustedes. Tiene unos abuelos muy consentidores – dijo Darío abrazándome también.

- No sé ustedes pero yo estoy realmente cansada – dijo Fer.

- Pues mejor nos vamos a la cama – aseguró su esposo sonriéndole – tenemos que estrenar nuestra nueva habitación.

- No quiero saber lo que harán – grité mientras iba a la cocina por un poco de agua y un ibuprofeno. Tenía un poco de dolor de cabeza. Posiblemente por el viaje, el ajetreo y el cambio de horario.

Cuando regresé la pareja feliz había desaparecido y Darío contemplaba su maleta que estaba en medio de la sala. El departamento tenía 3 habitaciones. Obviamente Fer y Santy iban a compartir una y se suponía que las otra dos eran para Darío y yo. Sabía que era la hora de dar un gran paso. Sé que viviremos juntos pero no es lo mismo que compartir habitación.

- ¿Tu habitación o la mía? – pregunté.

- ¿Qué? – pregunto curioso.

- ¿Qué habitación prefieres que usemos? ¿La tuya o la mía? Sinceramente me gusta más la mía. Tiene una hermosa vista del parque.

- ¿Hablas en serio? – Pregunto animado- ¿Quieres que vivamos juntos?

- En realidad vamos a vivir juntos de todas maneras, pero si lo que estas preguntando es si quiero que tú y yo compartamos habitación la respuesta es sí.

No creo haber visto una sonrisa tan grande en su rostro alguna vez. Me tomó entre sus brazos y besó con fuerza. Respondí a su beso con la misma pasión, después de todo esto me hacía feliz también.

- Vaya, gracias señorita. Hmmm, creo que tienes un poco de fiebre. Me temo que voy a tener que recetar reposo en cama inmediatamente – me dijo con su voz coqueta y un destello malvado en su mirada.

Me eché a reír por sus ocurrencias y envolví mis brazos en su cuello – Eso probablemente debió ser lo más cursi que alguna vez he oído.

- ¡Oye! ¡Pensé que era uno de mis mejores trabajos! – Se alejó de mí y se quitó su camiseta lanzándola a mi cara, agarró su maleta y empezó a ir hacia nuestra habitación – Bueno, yo voy a seguir las órdenes del médico, incluso si tú no lo haces. Pero si decides ser una buena chica tendrás recompensa.

Ante tal invitación nadie podría negarse. Fui tras él. Hicimos el amor toda esa noche. Ambos compartíamos la misma pasión y entrega. Éramos buenos juntos. Este era el comienzo de nuestra nueva vida.

O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O – O

- ¿Y conseguiste  alguien que te guste? – gritó Avan en medio de todo el ruido de la fiesta.

- La verdad es que aquella de allá – apunte con mi vaso de ron hacia la morena sentada en un taburete 4 puestos más allá.

- ¿Hablas en serio? – me sorprendí con su pregunta. No encontraba lo malo en la chica. Era ardiente. Le di una mirada de intriga y él prosiguió: - Veamos, es morena, con rizos enmarcando su cara. Cabello castaño oscuro y ojos marrones. ¿No te recuerda a alguien? Porque a mí me parece que estás buscando la versión de tu exnovia para follártela.

Fue un golpe a mi ego. Tenía razón. Era la viva imagen de Al…. De ella. Sacudí mi cabeza para despejar mis pensamientos. Ella no tenía nada que ver en mi atracción hacia esa chica. Avan era un paranoico.

- Vamos amigo. Yo ya superé todo lo que tiene que ver con ella.

- Si como no – sarcasmo – es por eso que ni siquiera puedes pronunciar su nombre.

Otro golpe directo a mi ego. Le di una mirada mordaz y me acerqué a la morena quien me aceptó con los brazos abiertos.

De alguna manera terminamos en su departamento. Ni siquiera llegamos a su habitación y terminamos follando sobre la alfombra de su recibidor.

Cuando me perdí en la sensación del orgasmo grite un nombre. No fue hasta que la chica me preguntó quién era “Alex” con un rostro lleno de furia que me di cuenta lo estúpido que fui.

No solo por haberla nombrado si no por el hecho de que no había podido superarla. Me había estado mintiendo a mí mismo todo este tiempo. No quería admitirlo, Avan tenía razón. No podía olvidarla, ni siquiera podía decir su nombre sin que mi corazón duela.

Tuve que largarme de ese lugar antes de que la morena me lanzara un zapato y antes de que mi alma se derrumbara y empezara a llorar ante el recuerdo de la persona que más he querido en esta vida.

No podía superarla ni avanzar. Ese amor tan grande que aun siento me llevaría a mi propia destrucción y aunque trate de evitarlo u ocultarlo pareciera que el sentimiento ha crecido como una mala enfermedad, sin necesidad de alimentarlo.

La odio por haberme hecho amarla así y me odio por no poder dejarlo de hacer.

Un Enredado Amor  (Josh Hutcherson) EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora