CAPÍTULO 100

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Brazos calientes me encerraban. Era una prisión pero estaba muy feliz de estar ahí.

Josh dormía profundamente, sentía su aliento en la parte posterior de mi cuello.

No quería dejar la comodidad que me rodeaba así que decidí aprovechar el momento un poco más. Recordé todo lo que sucedió la noche pasada. A diferencia  de otras veces todo fue… suave. Creo que saboreamos cada segundo y nos tomamos tiempo para saborear cada sensación tal y como… nuestra primera vez.

No debería haber dicho esas palabras ¿Hacer el amor? ¿En serio? No se puede hacer el amor si no se ama y yo ya no amo a Josh ¿verdad? Solo lo uso para olvidarme del mundo porque cuando estamos juntos somos fuego.

- Hola – ronroneó Josh en mi cuello. Ni siquiera me di cuenta cuando había despertado. Sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo.

- Hora de levantarse, dormilón. – dije tratando de escapar de sus brazos pero él solo me apretó más aún.

- Vamos. Sabes que quieres quedarte un rato más conmigo. Amas la sensación de nuestros cuerpos desnudos tanto como yo.

- Ja. Ya quisieras que sea así. – Seguía intentando alejarme de su cuerpo – Ahora déjame salir.

Pero Josh logró dejarme de espaldas en la cama y se cernió sobre mi cuerpo. De pronto hacía mucho más calor.

- Eres una mentirosa  – susurró mientras rozaba sus labios con los míos – Enfadona, caprichosa – su voz ahora era lenta y grave – Sexy y obstinada… pero igual me tienes loco – finalizó capturando mis labios.

- Vaya que sabes como halagarme.

Empezó a hacerme cosquillas y de alguna manera rodamos por la cama y el terminó bocabajo sobre el colchón y yo sentada a horcajadas sobre su trasero. – Oh Dios, he tenido muchas imágenes tuyas montandome de esta manera.

- Eres un sucio – golpeé su cabeza lo que provoco su risa.

De pronto sentí algo deslizandose por mi nariz. Pasé el dorso de mi mano por ella y se manchó de sangre. Me levanté de un brinco y me apresuré al baño.

Tomé una de las toallas para detener la hemorragia.

- ¿Estás bien, Alex? – Josh hablaba desde el otro lado de la puerta. Por suerte había cerrado con llave.

- Estoy bien. – me acomodé en el piso y contra la pared, inclinando mi cabeza hacia atrás para disminuir el sangrado.

Tenía miedo de que no se detuviera. Recuerdo que acudí varias veces a emergencia cuando era niña por epistaxis* descontroladas. Así fue como me diagnósticaron.

- ¿Segura? – su voz notaba preocupación - ¿Necesitas algo?

- No pasa nada – mi voz sonaba rara con la presión ejercida en mi nariz – Solo necesito unos minutos. Cosas de chicas.

- Vale. – sonaba inseguro – Estaré en la cocina.

Escuché sus pasos alejarse y cuando estuve segura de que no escucharía me eché a llorar. Relamente quería gritar y romper cosas, quería destruir todo, justo como me sentía. Todo caía en pedazos.

Mordí un poco de la toalla para reprimir el grito y sollocé un poco más antes de tranquilizarme. Respiré hondo muchas veces tratando de tranquilizarme. Gracias a Dios el sangrado se detuvo. Me metí a la ducha para bañarme, de paso lavaría la toalla y no dejaría rastro de lo sucedido.

Con un poco de delineador de ojos, no se notaba que había estado llorando. Fui al encuentro de Josh. Debía de olvidarme de todo, esa era la idea de este viaje, eso incluye la bendita leucemia.

Un Enredado Amor  (Josh Hutcherson) EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora