CAPÍTULO 54

1.7K 63 4
                                    

Las últimas tonadas de guitarra sonaron. Ne deje caer sobre el sofá del ático de Diego. En realidad estaba muy, muy cansada. Mi cabeza daba vueltas y mi almuerzo amenazaba con salir.

- ¿Estas bien? – Me preguntó Darío sentándose a mi lado – Estás pálida ¿necesitas algo?

-No. Estoy bien – puse mi mano sobre la suya para calmarlo. Últimamente tenía muchos mareos. Debía ser el cansancio tanto físico, mental como emocional.

-Bebe un poco – Diego me ofreció un vaso con jugo. Era mora. Delicioso – Gracias – le sonreí.

-Necesito a mi solista estrella sana. Quiero que mañana estés lúcida. Si pasamos las eliminatorias serás famosa.

Había aceptado ser la solista de su grupo para un festival de bandas. Melissa estaba enferma, le quitaron sus amígdalas, ahora necesitaba reposar su voz. Me negué al inicio, no estaba de ánimos, aun no estoy completamente bien, dudo que alguna vez lo estaré; además estaba mi pánico escénico a las multitudes y desconocidos. Fue porque me negué cuando recién inició la banda.

Pero Diego necesitaba el dinero del premio. Cualquier suma que pueda ganar en estos momentos ayudaría, pero el premio resolvería todo, juntaría el dinero para la cirugía de su mamá.

Ella fue siempre buena conmigo cuando Diego y yo éramos novios; necesita el dinero para la prótesis de su rodilla, la operación y la recuperación. Si yo podía ayudar, por supuesto que ayudaría.

- Yo creo que estamos listos, lo mejor será descansar – ofreció Darío. Diego está muy ansioso porque todo debe salir perfecto. Entiendo porque esta tan obsesionado con practicar.

- Tranquilo, un ensayo mas no hará ningún mal – me puse de pie de un salto. Mi cabeza dio vueltas y todo se oscureció a mí alrededor.

Estaba de regreso en los brazos de Josh. Contemplábamos juntos el atardecer. Yo entre sus piernas, refugiada en sus brazos. Me sentía segura. Feliz. Me aferré todo lo que pude a la sensación, sabía que terminaría, debía aprovechar cada instante.

Cuando abrí mis ojos tarde un minuto en reconocer el lugar. Era la habitación de Diego, había estado aquí muchas veces. A un lado estaba Darío acariciando mi mejilla. En su rostro una sonrisa pero en sus ojos preocupación.

Diego, Fernanda y los demás chicos e la banda me miraban de la misma forma.

-¿Te sientes mejor? – dijo ella acercándose, no sabía a qué hora llegó. Asentí con la cabeza. Me miro con reproche. La semana pasada casi me había desmayado frente a ella. Insistió en ir al médico, pero me rehusé adjudicando al estrés y cansancio - ¿Pueden dejarme sola con ella? Necesitamos hablar.

Su voz era seria. Uno por uno abandonó la habitación. Darío cerró la puerta tras él. Fernanda me miró inquisitivamente.

- ¿Qué? – le espeté.

- ¿Cuándo tuviste tu último período? – me tomó unos segundos entender su pregunta y el porqué de ella.

- No estoy embarazada – aseguré enfadada. La verdad no recordaba la fecha con todo lo sucedido. No tenía cabeza para enfocarme en nada más que tratar de reparar mi vida.

- ¿Ah no? No puedes estar segura. Ni siquiera recuerdas la fecha de tu maldito periodo. No recuerdo haberte acompañado a comprar tampones o toallas higiénicas últimamente. Has tenido mareos, hiporexia**, y acabas de tener síncope**. Y tampoco es que sigas siendo virgen.

- NO… ya no lo soy – dije gruñona. No podía estar embarazada. No ahora – nos cuidamos ¿sí? Usamos preservativos.

-Los anticonceptivos pueden fallar, lo sabes. Además, en medio de toda su locura hormonal pudieron descuidarse. Dime que no estás segura que no tuvieron sexo sin protección alguna vez.

Un Enredado Amor  (Josh Hutcherson) EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora